Detrás de los muros bañados por el sol de Provenza, unas abadías seculares ocultan unas iglesias y claustros a la sombra donde se palpa el universo medieval. Unos lugares depurados e inspiradores que todavía albergan comunidades monásticas o que son reconvertidos en centros de exposiciones. Estas son nuestras abadías preferidas para recargar las baterías en Provenza este verano.
Sénanque, en medio de un campo de lavanda
Es la estrella de las abadías provenzales, probablemente porque se alza en medio de un campo de lavanda que le proporciona una fotogenia irresistible. Esta abadía cisterciense situada cerca de Gordes, en el Luberon, pertenece al Priorato de la abadía de Lérins. Alberga una comunidad de monjes procedentes de esta isla situada frente a Cannes. Practican el cultivo de la planta aromática más célebre de Provenza (la lavanda, por supuesto), fabrican miel y acogen durante una retirada espiritual a aquellos que desean compartir su vida de oración y recogimiento.
Le Thoronet, un refugio para el arte contemporáneo
Escondida en pleno bosque mediterráneo, entre Brignoles y Draguignan, la abadía de Le Thoronet ofrece una arquitectura depurada. La sencillez de los volúmenes y la ausencia de ornamentación de este edificio cisterciense sorprenden al visitante, como le ocurrió a Le Corbusier cuando la visitó en 1953. Un marco de ensueño para exponer obras de arte. Del 24 de mayo al 22 de septiembre de 2019, “…Et l’obscur” (“...Y lo oscuro”), un recorrido de creación contemporánea, se instala en la abadía de Le Thoronet, con el patrocinio del Palais de Tokyo, Museo de Arte Moderno de París.
Silvacane, la más secreta de las “tres hermanas provenzales”
Junto con Sénanque y Le Thoronet, es la tercera abadía cisterciense establecida en Provenza. En la Roque d’Anthéron, a orillas del río Durance y frente al macizo del Luberon, la abadía de Silvacane cultiva el espíritu de sobriedad y mezcla con acierto el arte románico y el gótico. ¿Una curiosidad? La alberca de 38 metros de largo que se extiende delante de la fachada es un antiguo vivero de peces. Exposiciones, conciertos y festivales ofrecen aquí una programación cultural abundante. El acontecimiento más conocido es el Festival Internacional de Piano de La Roque d’Anthéron que presenta algunas de sus más bellos conciertos en la abadía durante el verano.
Montmajour, destacado lugar cultural
Cerca de Arles, esta abadía fundada en el año 948 por monjes benedictinos acoge lecturas, exposiciones de fotografía dentro del festival Encuentros de Arles e incluso obras de arte pensadas especialmente para ella, como “Ascension”, creada para el coro del recinto por el artista Alain Kirili. Una herencia de la época en la que los monjes de Montmajour leían a Molière, Cervantes o la enciclopedia de Diderot y d’Alembert. No hay que perderse: el bestiario románico del claustro que intriga con sus esculturas de animales reales o monstruosos.
Ganagobie, colgada sobre el valle del Durance
Vibrante testimonio del arte del mosaico en Francia, la iglesia de Ganagobie presenta un magnífico adoquinado de mosaicos medievales polícromos en el que se enfrentan caballeros y monstruos feroces. Sin embargo, el visitante no se queda mirando el suelo, ya que esta abadía que domina el valle del Durance entre Manosque y Sisteron disfruta de unas vistas increíbles. Unos monjes benedictinos de la comunidad Sainte-Madeleine están instalados en la abadía desde 1992. Reciben al público para los oficios, retiradas espirituales y tienen una tienda de artesanía monástica.
Por Charlotte Cabon
Periodista.