Bretaña del sur, de Morbihan y sus ostras a Guérande y su famosa sal

Itinerario del saber hacer

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Ostricultura en el golfo de Morbihan.
© TusDestinos - Ostricultura en el golfo de Morbihan.

Tiempo de lectura: 0 minPublicado el 8 septiembre 2017, actualizado el 18 junio 2020

La costa de Bretaña del sur... belleza, historia en cualquier parada, paisajes espectaculares, una cultura muy autóctona, y unos saber-hacer que provienen de la tierra… En este itinerario en coche por Bretaña, descubriremos los saber-hacer de la ostricultura y la sal de Guérande.

Ruta en coche por el saber-hacer de Bretaña: ostras y sal de Guérande

Recorremos varias poblaciones de la costa de Bretaña como Vannes y Auray. En el Golfo de Morbihan, uno de los más bellos de Europa, nos adentraremos en el mundo de las ostras y también descubrimos el saber hacer de las salinas de Guérande.

1 - Golfo de Morbihan

Morbihan, France

El Golfo de Morbihan es un lugar emblemático del Sur de Bretaña y pertenece al club “Las bahías más bellas del mundo”.

Mor-Bihan significa pequeño mar en bretón. Ofrece un espectáculo único donde la tierra y el mar se mezclan entre paisajes muy diversos en su superficie total. Verdadero mar interior al abrigo del océano, tiene numerosas islas: Arz, Gavrinis, Berder e muchos islotes. Se pueden contar unas cuarenta islas de las que treinta está habitadas. La Isla aux Moines, bautizada la “perla del Golfo”, destaca por su forma original, sus callejuelas floreadas y su atmósfera tan particular.

Algo que destaca en el Golfo de Morbihan también son las ostras. Nos dirigimos a la Punta de Toulvern para descubrir el mundo de este molusco y del saber-hacer de sus ostricultores.

La ostra se produce naturalmente en el Morbihan, y se cultiva a partir del segundo Imperio. La ostra autóctona era plana y una enfermedad la aniquiló y fue sustituida por la ostra japonesa más gorda y de crecimiento más rápido. La mayoría de los parques de ostras se sitúa en el Golfo de Morbihan y este departamento él solo produce el 10% de la producción francesa. La ostra adulta que llega a tu plato es el resultado de una larga cadena de cuidados que dura hasta 3 años.

Una visita que merece mucho la pena, no solo por su conocimiento en la ostricultura de Morhiban sino también por la bella excursión, es la que realiza el ostricultor Ivan Selo de Au Rythme des Marées que te contará todos los secretos de este molusco. Ivan es la quinta generación de ostricultores en su familia. Sus ostras se cultivan en la bahía de Quiberon (en aguas profundas), en el Golfo de Morbihan y en Cancale. Les surgió la idea de ampliar el negocio comprando un barco para organizar visitas a sus parques de ostras en el Golfo dando la oportunidad a cualquier visitante de ver de cerca la cría, y producción de la ostra. Te aseguramos que es toda una experiencia porque además de un paseo en barco que permite disfrutar de unas vistas increíbles, y tras ver y poder experimentar in situ el trabajo que se realiza para la cría, Ivan nos ofrece unas bandejas de ostras para una degustación regadas con un vino blanco. La visita tiene una duración de 2 horas.

2 - Auray

Auray, France

Ciudad de Arte y de historia y antigua ciudad de los duques de Bretaña, Auray propone un patrimonio repartido en 3 ambientes:

El barrio Saint-Goustan en la orilla izquierda: Este barrio, antigua ciudad prioral de la Edad Media, ha albergado uno de los puertos más prósperos de Bretaña. El puerto de Saint-Goustan, con su posición estratégica, se enriquece en la Edad Media por los derechos de paso que cobraban a los barcos. Este puerto ha sabido conservar sus aires de antaño. Sus calles pavimentadas le confieren un ambiente medieval. Hoy en día, la plaza Saint-Sauveur y el muelle Franklin (debe su nombre al presidente de EEUU que puso sus pies en este puerto para firmar una alianza con los franceses) siguen teniendo mucha animación por sus numerosas terrazas. Desde aquí podrás acceder al centro de la ciudad subiendo la rampa de Loch.

La ciudad ducal en la orilla derecha en altura: El castillo de los duques, del s. XI, se elevaba encima del río Loc’h controlando la actividad marítima y el pasaje al estuario. Inscritos en el inventario del patrimonio histórico, los contrafuertes y la torre del que fue el castillo de Auray dominan el puerto, es desde ahí que podrás contemplar el puente de piedra, las casas de madera y las callejuelas floreadas que suben hacia la ciudad. La ciudad comercial se encuentra alrededor del ayuntamiento del s. XVIII en piedra blanca y de los mercados. Unas casas burguesas rodean esta plaza central, de madera las más antiguas, y las más recientes en granito tallado. Dos edificios religiosos completan este patrimonio.

Alrededor de la estación Construcción más reciente.

Tu aventura hacia la historia no ha acabado. Dirígete a Vannes, una ciudad que te maravillará por su arquitectura fortificada y su pueblo tan bien conservado.

3 - Vannes

Vannes, France

Ciudad de Arte y de Historia, esta ciudad bimilenaria fue sede de los primeros obispos de Bretaña. Pero antes fue fundada por los Romanos y se desarrolla en una colina, hoy el barrio de Saint Patern. En el s. III se construye una fortificación o campamento militar y tras la caída del imperio romano la antigua ciudad es abandonada y se convierte en un suburbio. La ciudad medieval se desarrolla poco a poco hacia el interior de las fortificaciones. Es en esta época que Vannes se convierte en una sede episcopal. Dos familias se disputan el Ducado. Tras varias guerras de sucesión, Juan IV, victorioso, manda construir el castillo del Hermine y agranda las fortificaciones, hacia el barrio del puerto entonces en plena actividad. En 1532 Francisco I vive en la ciudad para preparar el tratado de unión entre Bretaña y Francia. Al final del S. XVII, Louis XIV exilia parlamentarios bretones que dan un nuevo auge a la ciudad. Se construyen entonces palacetes y la ciudad se extiende hacia el exterior de la fortificación.

Qué ver en Vannes:

  • El paseo de las fortificaciones y de sus jardines
  • El antiguo barrio Saint-Patern y la iglesia Saint-Patern
  • El barrio del puerto
  • La ciudad intramuros: las casas de madera y los palacetes, la catedral Saint-Pierre y su rico mobiliario
  • El Museo de historia y arqueología

Después de esta visita a Vannes, que no defrauda a nadie por su gran belleza y autenticidad, nos dirigimos a la tierra de salinas: Guérande.

4 - Guérande y el saber-hacer de los salineros

Guérande, France

A tan solo una hora de Vannes en coche, visita Guérande, Ciudad de Arte e Historia y descubre el saber-hacer de los salineros.

Ciudad de los duques de Bretaña, Guérande es el centro histórico de la península del mismo nombre. De su prestigioso pasado, conserva un saber-hacer milenario, la recolección de la sar de mar y una atmósfera única de ciudad medieval cerrado por murallas. El final del Medievo es la edad de oro de la ciudad. Los últimos duques de Bretaña le proporcionan las fortificaciones que hacen de ella una joya de arquitectura militar y el único recinto urbano de Bretaña íntegramente conservado. Las calles comerciantes y animadas de la ciudad te llevan todas hacia la plaza y la colegiata Saint-Aubin.

Qué ver en la ciudad de Guérande:

  • Las murallas: el recinto forfiticado de Guérande es uno de los mejores conservados de Francia y la más completa de Bretaña. El recinto urbano es del S. XV. Seis torres y 4 puertas completan sus 1.300 m de murallas.
  • La colegiata Saint-Aubin: de la iglesia romana, incendiada en 1342, se conservan la nave y sus pilares, algunos decorados con capiteles históricos. La colegiata actual es una construcción de los siglos XV y XVI de estilo gótico flamígero. El edificio recibe sus bóvedas de piedra en el s. XIX así como como la mayoría de sus vidrieras.
  • El barrio y la puerta Saint-Michel: la puerta Saint-Michel construida hacia 1450, forma con sus dos torres un castillete medieval, sede y símbolo del poder político. Sus apartamentos son atribuidos al capitán y al gobernador de Guérande, antes de convertirse en el S. XIX hasta 1954 el ayuntamiento de la ciudad, clasificado Monumento histórico en 1877.

La “sal de Guérande” es muy conocida en el mundo entero por sus cualidades en el sabor y nutricionales. Las salinas de Guérande es hoy en día un lugar protegido, donde se explotan 1.400 ha de sal con técnicas de producción milenarias respetando el entorno. Una historia y un saber-hacer que se remonta al s. IX. El método de obtención de la sal es por evaporación solar. Las salinas aparecen divididas en depósitos, charcones o evaporadores, que suelen presentar desniveles entre ellos, permitiendo el paso directo del agua mediante compuertas. El terreno es de naturaleza arcillosa, de manera que dificulta la pérdida del agua embalsada.

Cristalizada por la acción del viento, del sol y purificada de forma natural por la algas en las salinas de Guérande, reúne multitud de virtudes ofrecidas por el mar. Su composición mineral variada y su moderado nivel de sodio le confieren cualidades nutricionales incontestables. Magnesio, calcio, hierro, potasio, azufre, manganesio, zinc, cadmium, yodo, flúor y oligoelementos, la sal de Guérande concentra cantidades de elementos indispensables para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Estos elementos activos juegan un papel importante en todos los procesos vitales: actividad neuromuscular, transporte del oxígeno en la sangre, lucha contra la hipertensión arterial... La Sal de Guérande es mucho más sana y natural que una sal alimentaria clásica. Proviene de un oficio ancestral y resulta ser en nuestro cuerpo la alquimia de un encuentro entre el océano, la tierra y el sol. Por todo ello, y por respetar esta calidad se ha creado el sello concedido en 1991 “Sal de Guérande”.

Laurent Retailleau, hombre de las salinas, nos enseñó este saber-hacer, que realiza desde hace más de quince años. El no habla español pero existen visitas en castellano para ver in situ este saber-hacer. Puedes reservar en Terre de sel o bien en Maison des Paludiers.

5 - Kérhinet y el Parque Natural Regional de Briere

Kerhinet, Saint-Lyphard, France

Para terminar nuestro itinerario en coche por Bretaña del sur, nos acercamos al Parque Natural Regional de Brière y más concretamente en el pueblo de Kérhinet, un pueblo que fue totalmente reconstruido para ser un escaparate del hábitat tradicional de Brière. 

La Brière es un territorio protegido de 490 km2 de los que 170 son de zonas húmedas. Su marisma de agua salobre llamada “La Marisma de Grande Brière” cubre ella sola 70 km2.

Con el objetivo de preservar este entorno, se crea en 1970 el Parque Natural Regional de Brière. El parque de Brière ofrece colores impresionantes, a través de una maraña de canales, de lagos, de cañaverales y de praderas que reciben una fauna y una flora excepcionales y protegidas. Se puede navegar en una barca llamada chalana. Recorriendo este parque, se ven casas tradicionales con tejados de paja o de caña, las chozas. Son líneas de casas, no habitables, características de la marisma de Brière. Este hábitat modesto están a menudo constituido de varias casas de piedra adosadas y alineadas, cuya caña o paja es recogida en los cañaverales.

Si quieres descubrir cómo se vivía en esas casas, es cita indispensable visitar el pueblo de Kérhinet. Este pueblo es ahora un pueblo museo de la arquitectura local, un lugar de paseo y entrada para descubrir el parque de Brière. Este pueblo tradicional de Brière, tiene 18 casas chozas (chaumières), dos hornos de pan, un pozo y un lavadero. Se accede libremente y gratuitamente todo el año, es peatonal y se descubre siguiendo las doce señales del recorrido. Así descubrirás la vida pasada de Kérhinet y de sus habitantes que eran en su mayoría labradores.

El pueblo tiene oficina de turismo que propone alquiler de bicicletas y visitas guiadas. Hay también la “Chaumière des saveurs et de l’Artisanat” (de los sabores y de la artesanía) que reúne unos 30 artesanos y productores defensores del “Made in Brière” (sidra, sal, miel patés de la región……) Kérhinet tiene también una hospedería que ofrece restauración y 6 habitaciones; un mercado de productos de la tierra los jueves de verano. ¡Toda una experiencia que te transportará a otra época!

Por María Jesús Tomé - Juan Coma

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