Unos azules intensos que dialogan con el Mediterráneo y unos matices de blancos con la elegancia de las mansiones excepcionales. Con los pies den el agua y la cabeza en los pinos, Cheval Blanc St-Tropez encarna un espíritu único, el de la Costa Azul artística y hedonista. Su nueva distinción de “Palace” lo sitúa más que nunca en el círculo selecto de los establecimientos míticos.
Un balcón sobre el mar
De entrada el Mediterráneo capta la atención: es la estrella incontestable de este refugio contemporáneo inaugurado en mayo de 2019 tras la trasformación de la Pinède, establecimiento histórico de Saint-Tropez. De la antigua propiedad, permanece la torre de un molino cubierta con tejas de color ocre y la elegancia de una decoración intemporal a imagen de los juegos de reflejos, inmutables, sobre el mar. Aprovechamos para evadirnos mecidos por el sonido del chapoteo de las olas.
¡Hágase la luz!
La Costa Azul es también una luz muy especial, sumamente inspiradora. Bajo el impulso del arquitecto Jean-Michel Wilmotte, autor de la transformación del recinto, se despliega libremente en el interior mediante el juego de claustras que abren el espacio. Destellos de azul profundo o la suavidad del roble lijado: colores y materias logran una armonía perfecta con la belleza de lugar.
La mirada del artista
Cada una de las 30 habitaciones y suites rinde homenaje a Roger Capron, cuyas obras están dispersas por el recinto. Mesas bajas “navette” de los años sesenta o tapices con motivos creados a partir de sus dibujos, la mirada del artista ceramista vela sobre el lugar.
Los pies en el agua
Cuando llega el buen tiempo, es imposible resistirse a la llamada del mar. Realizamos algunas brazadas en las aguas divinas del Mediterráneo antes de zambullirnos en la piscina a 30°. Están separadas por una cinta de arena blanca protegida por una cortina susurrante formada por unos pinos: ¡es el único establecimiento “con los pies en el agua” de Saint-Tropez! El desembarcadero despierta deseos de evasiones náuticas: kitesurf u observación de los delfines, los “magos” del establecimiento hacen realidad cualquier deseo.
El arte de la siesta
Con el mar al alcance de la mano, nos dejamos llevar por un dulce letargo. Sin embargo, enfrente los tejados de Saint-Tropez prometen placeres, paseos en los mercados, partidas de petanca o compras elegantes. ¡De acuerdo, pero después de la siesta!
La mesa mecida por el viento
En La Terrasse, respiramos los perfumes embriagadores del Mediterráneo a la sombra de unos pinos centenarios. La tierra provenzal y la mar fecunda proporcionan al chef Arnaud Donckele la materia para su inagotable pasión por el arte de la emoción culinaria. Prepara una cocina del instante, en armonía con los elementos. Por la noche, en el agradable rinconcito de La Vague d’or, 3 estrellas Michelin, proseguimos el baile de sabores, a combinar con unos vinos excepcionales.
Pausa “detox”
Al despertarnos, la naturaleza muestra todo su esplendor a la hora del desayuno. Smoothie, fruta fresca y tortilla de temporada: nos ponemos en modo “detox”. Entre masaje reparador con conchas y ritual “soleil extrême”, vamos a pasar la mañana relajándonos en el Spa Guerlain, todo él en piedra dorada y madera oscura. ¡El baile de las velas en el mar tendrá que esperar!
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Por Anne-Claire Delorme
Periodista y viajera.