El itinerario recorre algunos de los más bonitos pueblo de Francia. Empieza en Collioure, joya de la Côte Vermeille, para seguir por Saint-Guilhem, un paraíso de belleza en una naturaleza indómita, Cordes-sur-Ciel, pueblo lleno de leyenda sobre un promontorio rocoso, Rocamadour, ciudad medieval suspendida en su acantilado, esplendor de piedra, Conques, parada ineludible en el camino hacia el Puy, el más conocido de los caminos que conducen a Santiago de Compostela.
1- Collioure
Collioure, France
Collioure está situado a 190 km al suroeste de Montpellier (2h15), o a 240 km al sureste de Toulouse (2h30). Es la joya de la Côte Vermeille, a unos veinte kilómetros de la frontera española.
Collioure, antiguo pueblo de pescadores cuyos barrios se mantuvieron auténticos, ofrece estancias de encanto. Su rico patrimonio te sorprenderá. En el siglo XIII, la Côte Vermeille era tierra de los Reyes de Mallorca y de Aragón. El castillo real de Collioure fue construido y utilizado por los reyes como residencia de verano en el borde del mar Mediterráneo.
Collioure también recibió Antonio Machado y su familia en exilio en 1939, los cuales se quedaron en el pueblo. Hoy el antiguo cementerio, a donde están enterrados los restos de Antonio Machado, y la casa de su familia, son lugares de peregrinación y meditación. Al principio del siglo XX, Henri Matisse y André Derain descubrieron Collioure y se enamoraron de este rincón de paraíso. Deslumbrados por su luz y sus colores, los pintores hicieron de este pueblecito la cuna del fovismo y un refugio para los artistas. Reproducciones de sus pinturas, realizadas en Collioure, se alinean en las calles llenas de vida.
Pueblo dinámico, Collioure propone cultura (museo de arte moderno, galerías, exposiciones, patrimonio cultural), prácticas de varios deportes (paddle, buceo, kayak, vela, tenis, senderismo, trail), gastronomía con restauradores apasionados que cocinan productos locales como la anchoa, la cual es la especialidad del pueblo, y también el descanso al sentarse simplemente en una terraza para disfrutar de la belleza del lugar y de la buena vida.
Muchos acontecimientos marcan el año en Collioure que hacen felices a los turistas : el día Machado en febrero, la procesión de la Sangre en Pascua, la fiesta de la anchoa en junio, el mercado de Navidad en diciembre, competiciones deportivas todo el año y todos los espectáculos de calles en verano, fiestas tradicionales, conciertos, y aun mucho más.
2 - De Collioure a Saint-Guilhem-le-Désert (190 km – 2h05)
Saint-Guilhem-le-Désert, France
Saint-Guilhem, un paraíso de belleza en una naturaleza indómita. En el valle del Hérault, Saint-Guilhem-le-Désert es una etapa obligada en la Vía Tolosana. Es aquí donde, en torno al año 1000, llegaban los peregrinos desde Oriente e Italia en ruta hacia España, haciendo un alto en la Abadía de Gellone, fundada en el 804 en plena garriga. Esta joya del románico alberga las reliquias de San Guillermo y fragmentos de la cruz de Cristo (donación de Carlomagno).
Aguas abajo, el Pont du Diable, en Saint-Jean-de-Fos, es el más puente románico más antiguo de Francia y fue construido por los monjes de la abadía.
3 - De Saint-Guilhem-le-Désert a Cordes-sur-Ciel (227 km – 2h55)
Cordes-sur-Ciel, France
Déjate seducir por el rostro amable de Cordes-sur-Ciel. Este pueblo lleno de leyenda se arremolina en torno a su promontorio rocoso como una madeja de piedra. Uno de los más valiosos tesoros de la arquitectura gótica cuya visita convertirá tus vacaciones en Occitania en un momento inolvidable. Dominando la región de Albi, Cordes-sur-Ciel se encuentra en un entorno privilegiado. El pueblo está situado en el cruce del viñedo con Denominación de Origen Controlado Gaillac y del inmenso bosque de la Grésigne, de 4.000 hectáreas.
Cordes-sur-Ciel se sitúa en el centro de una red de lugares históricos en la que destacan otras pequeñas maravillas como los pueblos medievales de Puycelsi, Castelnau-de-Montmiral, Penne e incluso Bruniquel, en las gargantas del Aveyron. En Cordes-sur-Ciel descubrirás una de las más antiguas villas fortificadas de Occitania, una de esas ciudades cuya florecimiento marcó la región durante la Edad Media y que fue fundada en 1222 por Raimond VII, conde de Toulouse, que deseaba erigir un bastión contra el avance de las tropas enviadas desde el norte de Francia para acabar con los cátaros.
Rápidamente, Cordes-sur-Ciel experimentó una gran prosperidad gracias al comercio de paños, sedas y pieles. En los siglos XIII y XIV, los comerciantes y los nobles edificaron lujosas residencias: Maison du Grand Ecuyer, Maison du Grand Veneur, Maison du Grand Fauconnier y otros palacios góticos protegidos por la infranqueable red de fortalezas que rodeaba la ciudad. A medida que vas ascendiendo por las escarpadas callejuelas, observarás las esculturas de las casas de Cordes-sur-Ciel, excepcionales por su expresividad y abundancia. En las fachadas de gres ocre cobran vida dragones, animales y personajes extraños, todo un lenguaje cuyo misterioso significado hace que reine un clima de leyenda. Disfrutarás del encuentro con los artistas y artesanos de arte que dan fama y vida a la ciudad. Pintura, escultura, cerámica, pieles...: entra en sus talleres y tiendas, repletos de conocimientos y auténticos talentos. Por último, no te pierdas la visita al Museo de Arte Moderno y Contemporáneo, y la magia del arte del Azúcar, sin olvidar el delicioso Jardin des Paradis cuya belleza contribuye a hacer de Cordes-sur-Ciel un sueño despierto.
4 - De Cordes-sur-ciel a Saint-Cirq-Lapopie (66 km – 1h20)
Saint-Cirq-Lapopie, France
Una carretera jalonada de acantilados se estrecha por el valle del Lot para llevarle a un espectáculo inolvidable, el de Saint-Cirq-Lapopie. Este pueblo medieval, totalmente intacto, se abraza a la pared rocosa 100 metros por encima del río. El valle del Lot describe río arriba de Cahors un sinuoso desfiladero por el que navegan embarcaciones de recreo y de paseo. Los acantilados se elevan altos y blancos, estrechando a un río refrescado por árboles y prados.
La carretera se entalla algunas veces en la roca, siguiendo de cerca a ese encantador camino de agua, uno de los más bellos recorridos fluviales de Francia. Enseguida entramos en el Parque Natural Regional de los Causses du Quercy. Un cruce de caminos indica el valle vecino del Célé: adéntrate en él para visitar, entre otras, la magnífica cueva decorada del Pech Merle.
Continuamos por el valle del Lot, un auténtico tesoro en el que destaca una perla excepcional: Saint-Cirq-Lapopie. Suspendido por encima del río, el pueblo medieval se ciñe a su acantilado de una manera espectacular. Discurre por una cascada embriagadora de callejuelas empedradas, de fachadas góticas, de puertas fortificadas y malvarrosas. Antaño testigo de una vida fluvial floreciente y conocido por sus torneros de madera, Saint-Cirq-Lapopie es un paraje declarado que incluye 13 monumentos históricos. El pueblo ha conservado todo su patrimonio y también su encanto. Tiendas, restaurantes y cafés se protegen del sol a la sombra de puertas ojivales, mientras que el lugar impresiona por la armonía de su conjunto. Desde comienzos del siglo XX, el pueblo atrajo a artistas y galeristas parisinos, y a partir de 1950, a numerosos artistas surrealistas. Aún se percibe con claridad esta dimensión artística al descubrir el recorrido de arte contemporáneo, sin olvidar la residencia internacional de artistas ubicada en la Maison Daura. El poeta y escritor André Breton fue el que dio a conocer Saint-Cirq-Lapopie. A propósito de este pueblo, donde se instaló para vivir, afirmaba: «he dejado de soñarme en otra parte». ¡Es fácil comprenderle!
5 - De Saint-Cirq-Lapopie a Rocamadour (62 km – 1h15)
Rocamadour, France
Rocamadour, ciudad medieval suspendida en su acantilado, esplendor de piedra, iluminada por las luces del anochecer: una imagen teñida de eternidad que permanecerá en tu memoria. Este extraordinario pueblo te transportará a otro tiempo, aquel en el que se venía de muy lejos a venerar a su Virgen Negra.
Dirígete hacia el Lot, y más concretamente hacia el Parque Natural Regional de los Causses du Quercy. Llegarás muy cerca del valle del Dordoña, y de la famosa Sima de Padirac. A la vuelta de una curva, el efecto sorpresa: Rocamadour surge de repente.
La ciudad fue edificada en niveles superpuestos en la ladera. Se encuentra suspendida sobre un cañón por el que discurre el río Alzou. Sus casas, sus tejados e iglesias, parecen formar parte de la roca que cae desde el Causse de Gramat (causse: en el suroeste francés, es una meseta calcárea que se extiende entre dos valles). ¿Qué genio pudo imaginar y construir Rocamadour ? Quizá tu visita te lo descubra. Ya en la Edad Media, Rocamadour suscitaba admiración. En el siglo XII, los peregrinos recorrían toda Europa para venir a orar aquí. De hecho, el pueblo guardaba las reliquias de Saint-Amadour y era también el santuario venerado de la Virgen Negra. A la ciudad entramos por la puerta del Figuier, antes de continuar por la calle de la Couronnerie, la única calle de Rocamadour, animada, llena de tiendas coloristas y bellas residencias. A continuación, llegamos antes una escalera monumental -233 peldaños-, que asciende hasta el corazón de Rocamadour: una explanada en la que se agrupan, protegidas bajo la roca, 8 antiguas iglesias y capillas. Visita imprescindible: la capilla de Notre-Dame. En ella podrás contemplar la imagen de la Virgen Negra, pequeña talla de madera, endeble, casi infantil, que, sin embargo, desprende una fuerza espiritual sorprendente. No dejes tampoco de pasear alrededor del castillo superior. Su silueta romántica corona Rocamadour. La vista desde este mirador ofrece una panorámica vertiginosa de la ciudad sagrada, mezcla de audacia y serenidad.
En sus alrededores, se encuentra el Parque Natural Regional de los Causses du Quercy. Una extensa área ideal para recorrer, entre senderos rodeados de muretes, pequeños robles, simas, pequeños pueblos del Quercy y deliciosos encuentros con sus habitantes.
6 - De Rocamadour a Conques (88 km – 1h40)
Conques, Conques-en-Rouergue, France
Parada ineludible en el camino hacia el Puy, el más conocido de los caminos que conducen a Santiago de Compostela, Conques te hará viajar a través del tiempo hasta los grandes constructores de la Edad Media. Al norte del Aveyron, las escarpaduras del alto valle del Lot esconden un pueblo que fue un importante lugar de la Cristiandad. Se trata de Conques, oculto en un circo natural con una exuberante vegetación.
Este pueblo es desde el siglo XII una etapa clave del Camino de Santiago. La importancia de estos dos monumentos en el peregrinaje compostelano, la iglesia abacial de Sainte-Foy, famosa por su tímpano del Juicio Final, y el puente de los peregrinos que atraviesa el río Dourdou, sirvió para que la UNESCO declarara a Conques Patrimonio Mundial. Vestigio intacto del año 1000, Conques vive en una armonía de pizarra gris azulada, piedra calcárea ocre y gres rojo; rosas y glicinias, y fachadas de entramados de madera. Un decorado auténtico, perfecto para apreciar el carácter de un pequeño pueblo con un destino excepcional. Para Conques todo comenzó en el siglo XI, cuando unos monjes emprendedores edificaron sobre los restos de una antigua ermita una gran iglesia abacial, en la que fueron depositadas las reliquias de Sainte-Foy, una joven mártir cristiana. A partir de ese momento, los milagros empezaron a sucederse, atrayendo a miles de fervientes peregrinos. La reputación de Conques alcanza su apogeo en los siglos XI y XII. Su riqueza sigue la misma trayectoria ascendente, materializada en el «Tesoro de Sainte-Foy», un tesoro de orfebrería único en Europa que podrás admirar en la propia iglesia abacial. Sainte-Foy de Conques, proyectada para albergar a cientos de peregrinos, sigue manteniendo vivo el espíritu de la peregrinación. Iluminado por vidrieras contemporáneas, el edificio es una síntesis de las inquietudes arquitectónicas de la Edad Media.
Conques está situado a 184 km al noreste de Toulouse (2h30), o a 205 km al noroeste de Montpellier (2h40).
Por France.fr
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