Cómo no fui a la playa en Guadeloupe

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Una vista espectacular de las cataratas de Carbet en Guadalupe
© Efenzi / Istockphoto - Una vista espectacular de las cataratas de Carbet en Guadalupe

Tiempo de lectura: 0 minPublicado el 30 junio 2018, actualizado el 6 julio 2020

¿Y si el mejor viaje es desviándose de la ruta principal? En Francia, a veces resulta mejor olvidarse del programa para saborear el placer de dejarse sorprender. Viajamos de manera improvisada a las Islas de Guadeloupe para saborear muchas cosas, menos la playa.

Salimos de viaje entre amigos en un arrebato. Pusimos rumbo a Basse-Terre, una Isla de Guadeloupe. Nuestro único punto en el programa: escapar de la lluvia y de la depre del domingo por la tarde.

Domingo: la llegada a Guadeloupe

Llegamos al albergue Checheti a última hora de la mañana. Nuestros anfitriones nos invitan a compartir su almuerzo. No podíamos negarnos y, para ser sinceros, estábamos encantados de sentarnos en la mesa. Con lo que no habíamos contado era con que duraría horas. Desde los platitos de la abuela hasta los sorbetes y las frutas de la huerta... Ahora sólo pensamos en hacer la digestión en la playa. ¿Por dónde será? Nunca lo sabremos: «¡Guadeloupe es mucho más que playa! Cada uno tiene su buen plan o su consejo. Así que ahí lo tienes, nuestro programa.

Lunes: kayak

¡Hoy toca kayak! Nunca lo he probado, pero no debe ser tan difícil. Nuestros anfitriones en el albergue nos han recomendado la Reserva Cousteau. Entiendo al instante por qué. Para empezar, ya no estamos en una laguna, sino en mar abierto. Además, el kayak es transparente. Los fondos marinos desfilan bajo nuestras miradas. Nunca había visto tantos peces juntos; ¡me siento como un niño pequeño! Me olvido incluso de remar.

Martes: el paraíso

Ayer, en el camino de regreso, nos encontramos a Sam y Julie, que nos propusieron llevarnos al Paraíso. Dicho así, ¿quién se puede resistir? Esta mañana, hemos puesto rumbo a las Cataratas del Carbet. Unos tres cuartos de hora de caminata, pero la llegada es sensacional… Ante nuestros asombrados ojos, un estanque natural con reflejos de arco iris, sin ningún tipo de construcción, de aguas cristalinas y una serenidad indescriptible. Y solo nosotros, nadie más en el mundo. Casi casi se puede decir que esto se parece al paraíso.

Miércoles: la Bretaña de las Antillas

Al despertar, se dejan sentir los efectos de nuestras hazañas deportivas. Hoy nos lo vamos a tomar con calma... Además, es miércoles, el mejor día para ir al mercado de las especias. Frutas, flores, joyas, artesanía, ron: aquí, es posible encontrar de todo y probar de todo. Sobre todo ponche y mezclas de ron... Entre dos catas, un habitante de Guadeloupe que residió en Lorient nos habla de Saintes y de su folklore antillano-bretón. ¡Eso tenemos que verlo! Un barco nos lleva hasta el lugar por la módica cantidad de 5 euros.

Jueves: los indígenas

Mañana regresamos a Francia. Vamos a dedicar nuestro último día a visitar el Parque arqueológico de Roches Gravées, en Trois-Rivières. Casi una hectárea de misterio geométrico ahora convertido en Monumento histórico. Una dimensión totalmente desconocida de la cultura antillana sobre la cual meditar, no en la playa, lástima, sino durante el vuelo de regreso.

Por Lisa Azorin

Periodista-redactora.

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