Escuchar el silencio, estimular el paladar, disfrutar de unas vistas increíbles… El bienestar se disfruta con los cinco sentidos en las montañas del Jura.
Disfrutar de unas vistas increíbles
A la derecha, pinos. A la izquierda, más pinos. Y, en medio, la nieve que extiende su gran manto blanco. ¿Qué puede haber más apacible que un recorrido con raquetas de nieve en plena naturaleza? Este modo de desplazamiento suave, accesible para la mayoría de la gente, permite disfrutar de la naturaleza en invierno sin tener que calzarse los esquíes. En cuanto al itinerario, la Gran Travesía del Jura propone un recorrido de 117 km entre Métabief y Giron, pasando por el Parque Natural Regional del Alto Jura. Se puede disfrutar realizando tanto un paseo de unas horas o una excursión de varios días aprovechando los alojamientos a lo largo del itinerario. - La Gran Travesía del Jura con raquetas de nieve
Sensación de ingravidez con ThermaSalina
Hace 200 millones de años, el océano cubría el Jura y al retirarse dejó un agua salada natural que el complejo ThermaSalina utiliza para realizar cuidados y alimentar las piscinas de su espacio de relajación. Se pueden descubrir los efectos benéficos de la ingravidez relajándose en una de las piscinas tras un cuidado o un paso por el hammam. Una práctica que, favoreciendo la relajación muscular reduce el estrés y mejora la calidad del sueño. - ThermaSalina
Probar una “caja caliente”
La estrella de este plato típico del Jura es el Mont d’Or, un queso producido exclusivamente en el Alto Doubs durante el invierno y reconocible entre mil por su envoltorio redondo de madera. Aquí se toma directamente en su caja tras calentarlo al horno y regado con vino del Jura. La caja caliente se acompaña con otras especialidades de la zona como la salchicha de Morteau, el jamón del Alto Doubs o el “brési”, una charcutería a base de carne de buey secada. ¡Para deleite del paladar! - La receta de la caja caliente
Estimular el olfato en la “catedral del comté”
Transformar un antiguo fuerte militar en bodega de queso comté, no se le ocurre a cualquiera. Hace más de 50 años, el afinador Marcel Petite tuvo la idea de dar una nueva vida a este edificio situado a 1.100 metros de altitud y que ofrece todas las características para ser una verdadera catedral del comté, con su ambiente de cueva natural. Ahí se pueden descubrir los secretos del afinado lento y de todos los oficios relacionados con la fabricación del comté recorriendo los 300 metros de galerías acondicionadas donde se conservan cerca de 100.000 ruedas de queso comté. ¡Una auténtica sensación olfativa! - Comté Marcel Petite
Por Constance Dive
Editora de France.fr.