Los mejores lugares para desconectar en Bretaña

Este macizo divide Finisterre en dos, formando paisajes únicos donde la vegetación coloniza la landa y las crestas rocosas. Es un lugar poético, perfecto para un descanso de otra época.

Esta región, con un escaso desnivel, es ideal para el senderismo. La asociación ADDES, comprometida con el medioambiente, ofrece rutas de senderismo al amanecer, paseos musicales y recorridos de 2,5 km para niños, siguiendo las huellas de los elfos y de los enanos korrigans. 

Si buscas más velocidad, atrévete a conquistar los «Roch’s» en BTT. La agencia Abicyclette propone paseos deportivos entre landas y crestas, sotobosques y senderos estrechos. ¡Revitalizante! 

Para despertar tu espíritu salvaje, simplemente súbete a un trineo de ruedas tirado por los huskies en la granja del Domaine de Shiva. ¡Vamos, vamos!, como dicen los guías. 

Si quieres volver a los orígenes junto al río, queda con Philippe para pescar truchas arcoíris con mosca, en modo no kill, devolviendo el pez al agua.

¿Quién no ha oído hablar de la leyenda del rey Arturo? Al mencionarlo, vienen a la mente recuerdos encantados del hada Viviane, el mago Merlín y el misterioso bosque de Brocelianda. 

Vive la leyenda siguiendo a un guía vestido de época y al son melódico de un arpa celta, descubrirás lugares míticos como el Val sans Retour o la fuente de Barenton con sus aguas mágicas...

También puedes recorrer el circuito de senderismo «Les Landes de Gurwan» que te llevará a los lugares emblemáticos de la leyenda artúrica en unos 11 km.  

¿Quieres impregnarte de la magia de estos lugares en bicicleta eléctrica con Guillaume, un apasionado de la región? Pedalear con él será todo un placer. 

Sumérgete en los antiguos grimorios de Paimpont participando en talleres de cocina ecológica, donde aprenderás sobre las plantas salvajes y aromáticas del jardín.  

Apuntando hacia el extremo oeste de Finisterre y formando una cruz que se adentra en el mar, la península de Crozon ofrece el aspecto más salvaje y auténtico de Bretaña.

¡Respira aire puro y ponte las zapatillas! Atrévete con los senderos GR 34 y GR 37, que siguen el sinuoso relieve de contrastes de la costa y los cabos, con sus paradisíacas calas.

Para quienes sueñan con descubrir la costa desde el mar, hay varias opciones: a bordo de una antigua embarcación, en un catamarán o en piragua con un geólogo.

En Bretaña no sabemos qué son los atascos... ¡salvo en los lugares de surf! Iníciate en este deporte local alquilando una tabla en uno de los clubes que encontrarás.

También puedes escalar los acantilados de Pen-Hir con un monitor experimentado de Roc’Ha Blok. Para los menos deportistas, está la Via Corda, un paseo aéreo sin riesgo alguno, entre picos y terrazas.

¿Prefieres algo más suave? Disfruta de un paseo a caballo o a lomos de un burro en las landas o bien, descubre la marisma con un guía medioambiental titulado. 

El Golfo de Morbihan se extiende a lo largo de unos cuarenta kilómetros cuadrados, donde el océano ha invadido campos y marismas saladas, creando un lugar único con decenas de islas e islotes dispersos como confeti.

La ruta GR 34, que conecta Auray con Vannes por la costa, te guiará para ofrecerte las vistas más bonitas, como el sendero de Culs Salés y su amplia paleta de paisajes entre ríos y bosques. 

También puedes recorrer los carriles bici de la península de Rhuys, una larga extensión de tierra entre el golfo y el océano, marcada por marismas saladas, bosques y playas de arena dorada. La guinda del pastel es el Castillo de Suscinio. 

Si prefieres aventurarte en el agua, hay muchas opciones disponibles: remar en una excursión guiada en kayak, navegar en un langostero de 1931 o a bordo de un barco eléctrico con un apasionado ostricultor. 

Para una experiencia diferente, aprende a pescar a pie con Gwen, quien compartirá sus mejores lugares para buscar berberechos, almejas y otras delicias del mar. 

También puedes jugar a ser Robinson en la Île aux Moines, conocida por su paisaje arbolado, su clima suave y su estilo ecológico, elegante y relajado, perfecta para explorar a pie o en bicicleta.

Visita Vannes para adquirir productos locales como galletas sablés ecológicas de la Biscuiterie des Vénètes, salmón ahumado artesanalmente en Arzon, sal de Saint-Armel, queso tomé de Rhuys y sidra de la Distillerie du Gorvello.

Bretaña cuenta con cerca de 800 islas e islotes ideales para refugiarse y disfrutar del slow tourisme. Todas estas islas son bonitas y encantadoras… pero si tenemos que elegir una, nos dirigimos a Groix siguiendo el refrán francés: «Qui voit Groix voit sa joie» (Quien ve Groix, ve su felicidad).

No hay nada más mágico que llegar a la isla a bordo del Key Largo, un navío similar a un langostero de Maine, donde disfrutarás de su discreto y silencioso motor híbrido.

La isla de Groix mide 8 km de largo por 3 de ancho, por lo que se puede explorar fácilmente a pie, siguiendo los circuitos propuestos por la oficina de turismo: la boucle de Pen Men (acantilados, calas y senderos) o la boucle de la Pointe des Chats (hacia las playas más bonitas). 

Para descubrir la isla pedaleando con la melena al viento, alquila una bicicleta, una BTT o una bicicleta eléctrica en «Au Vélo Vert». 

También puedes admirar la isla desde otro punto de vista a bordo del Bro Varok, un antiguo barco especializado en la pesca de langosta. Para la comida no te ofreceremos este delicioso crustáceo, sino un agradable pícnic en cubierta. 

Rillettes de St Jacques, aceite de bogavante, pesto con algas o alubón marinado… Si te interesan las especialidades marinas, visita la Conserverie Groix & Nature y prueba sus deliciosos productos en la tienda que se encuentra cerca del embarcadero. ¡Ñam, ñam!