Como capital de la Costa Azul, Niza la Bella, como se la conoce, acoge seis partidos del torneo olímpico de fútbol masculino y femenino en el marco de los Juegos de París. Son momentos de fervor colectivo, pero también una oportunidad para que los aficionados descubran los encantos de la más italiana de las ciudades francesas y exploren su excepcional entorno natural. Desde las coloridas callejuelas del Vieux-Nice hasta el emblemático Promenade des Anglais y las ricas colecciones de sus museos, ¡sigue nuestra guía!
Moverse por la ciudad e ir al estadio de Niza
Los días de partido, la nueva línea de tranvía ofrece un enlace directo entre el centro de la ciudad y el estadio. Este servicio especial "noche de partido" está disponible 2 horas antes de cada encuentro e inmediatamente después del partido gracias a Lignes d'Azur. También puedes tomar el histórico Train des Pignes hasta la estación de Saint-Isidore, a pocos minutos a pie del estadio. Es un trayecto de 15 minutos.
Los aficionados que deseen aprovechar su presencia en Niza para explorar la ciudad también pueden suscribirse al French Riviera Pass, que les da acceso al transporte y a las visitas turísticas de Niza Costa Azul. Para limitar tu huella ecológica mientras tomas el sol a lo largo de la Promenade des Anglais, puedes alquilar una bicicleta con o sin asistencia eléctrica gracias al servicio Vélobleu.
Saborear productos locales
La cocina nizarda, inspirada por Italia y los tesoros de su tierra, es una de las más famosas del sur de Francia. Aquí la gente se toma el tiempo de sentarse a la mesa para degustar una ensalada nizarda (tomates, aceitunas negras, atún, huevos cocidos, anchoas y cebollino), un estofado o un pulpo «al estilo de Niza», cocido con los sabores de hierbas aromáticas. Pero la cocina nizarda también puede ser para picar: pissaladière (tarta salada con cebolla y anchoas), pans bagnats (bocadillo redondo con tomates, huevos y atún), verduras rellenas, buñuelos de calabacín, panisse (bastones fritos de harina de garbanzos) o socca (torta de harina de garbanzos), cómodamente instalados en las sillas azules del Paseo de los Ingleses mientras contemplamos el Mediterráneo.
Por último, el postre, en cualquier momento del año. No te pierdas la heladería Fenocchio en la plaza Rossetti, en el casco viejo de Niza. En manos de la misma familia desde hace 50 años, esta institución nizarda cuenta con un centenar de sabores a cada cual más delicioso. Imprescindible. Los más atrevidos se dejarán seducir por un pastel de acelgas dulces.
Algunas buenas direcciones para comer en Niza:
Visitar la ciudad
Niza se descubre empezando por el icónico Paseo de los Ingleses, una larga avenida frente al mar, declarada patrimonio mundial por la UNESCO desde 2021, que bordea la bahía de los Ángeles con sus 7 km. En este paseo, te encontrarás con parejas de enamorados que van de la mano, jóvenes patinando, cuarentones deportistas corriendo y gente mayor sentada en las sillas azules contemplando el Mediterráneo. Cuando vas caminando hacia el este, podrás admirar la colina del Castillo: una gran roca abrupta que domina la ciudad, con un parque ajardinado donde los nizardos suelen pasar tiempo en familia. Se puede subir a pie o en un ascensor gratuito. Las vistas desde lo alto son espectaculares, por un lado, la playa de guijarros y por otro el puerto. Al bajar, dirígete hacia Vieux-Nice, el casco viejo, para descubrir el mercado de las flores en la calle peatonal Cours Saleya, la animación en las callejuelas adoquinadas, las terrazas ocultas y las tiendas de diseñadores.
En cuanto a cultura, Niza propone tres grandes museos: el Museo Matisse, que reúne la mayor colección de obras del pintor fovista, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo (MAMAC) y el Museo Marc-Chagall con 17 grandes lienzos inspirados en la Biblia y regalados por el propio pintor al Estado francés. ¡Único!
Explorar los alrededores
Buceo, vela, pádel surf, alquiler de barcos… En septiembre, ¡los placeres del Mediterráneo están al alcance de la mano! Otra opción es escaparse hacia las cumbres de los alrededores y disfrutar de un paseo por el Parque del Vinagrero, un enorme espacio natural de 30 hectáreas entre Niza y Villefranche-sur-Mer con una de las mejores vistas de toda la Costa Azul.
Un poco más lejos, los pueblos colgantes, como Èze y su fortaleza de la Révère, accesible en transporte público, hacen las delicias de los fotógrafos aficionados por sus vistas a la magnífica bahía de Villefranche-sur-Mer y Cap Ferrat, conocido por sus majestuosas casas.
Para recorrer el interior de Niza, hay que embarcar en el Tren de las Maravillas: un viaje de Niza a Tende que atraviesa los valles de Paillon, Bévéra y Roya hasta las puertas del Valle de las Maravillas y sus 40.000 pinturas rupestres en el silvestre parque nacional de Mercantour. Los senderistas más valientes pueden llegar hasta Allos, el mayor lago natural de Francia en altitud, a 2.230 metros de altitud.
Encontrar alojamiento
Para alojarse en Niza durante la celebración de un partido, puedes elegir un hotel junto al aeropuerto para estar más cerca del estadio, o en el centro de la ciudad o el casco viejo para disfrutar del ambiente de la ciudad y sus atracciones turísticas y culturales. El hotel Anantara Plaza Nice ha sido renovado recientemente por David Collins, el arquitecto local Jean-Paul Gomis y el estudio TBC Interiorismo. ¿Lo más destacado? Una azotea donde podrás cenar en el restaurante SEEN by Oliver o tomar una copa en el bar panorámico.
El barrio del aeropuerto, al que se puede llegar en tranvía, permite ir desde cualquier hotel al estadio de Niza en apenas 20 minutos. Varios direcciones te pueden animar a alojarte en esta zona: el Radisson hotel Niza Aeropuerto o el hotel Okko Niza Aeropuerto. Mención especial para el Sheraton con su terraza en la azotea que dispone de un bar y una gran piscina con vistas al Paseo de los Ingleses y el Mediterráneo.
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Para saber más:
Por Caroline Revol-Maurel
Periodista apasionada de la naturaleza salvaje, de los viajes y del rock, escribo igualmente sobre los quebrantahuesos que sobre Lou Reed. A menudo voy acompañada por dos niñas pequeñas con un agudo sentido crítico.