En Normandía y la costa de Ópalo, los lugares recomendados por Charlotte Consorti

Nuestro periplo por Normandía y la Costa de Ópalo comienza en la región de Cotentin, en Saint-Vaast La Hougue, el pueblo elegido como favorito de los franceses en 2019. Esta meca del cultivo de ostras y mejillones salvajes, la blonde de Barfleur, es también el tercer puerto pesquero de la Mancha. De este pueblo, con sus fachadas de granito, emana un ambiente auténtico, rural y pintoresco. Nos embarcamos en un barco anfibio hacia la isla de Tatihou, con su patrimonio natural preservado y su paraíso de aves. A continuación, exploraremos esta hermosa costa fuera de los caminos trillados, pasando por el puerto de Barfleur y sus famosos mejillones y patatas fritas, hasta el imponente faro de Gatteville, el segundo más alto de Europa.

Tras una visita matutina por Caen y su encantador casco antiguo, con sus fachadas de entramado de madera y su patrimonio arquitectónico, Charlotte, que está encantada con la perspectiva de la navegación y la velocidad, nos invita a Ouistreham Riva Bella para probar el carro a vela. Riva Bella es una playa hasta donde alcanza la vista, bordeada de cabañas blancas y césped. Tomamos asiento a bordo de un carro a vela y el alma competitiva de Charlotte entra inmediatamente en el acción. La persecución, el aire libre y la emoción del paseo son la combinación ganadora de la navegación por la arena.

Charlotte traspasa las puertas del Domaine Dupont, 30 hectáreas de huertos dedicados a la producción de sidra y calvados, donde las técnicas tradicionales y el excelente saber hacer dan prioridad a la calidad antes que al rendimiento. A continuación, sobrevolamos el bocage de Normandía y las costas de Cabourg, entre dunas, playas y marismas salvajes. Cenamos en el ambiente de la Belle Époque del Grand Hôtel de Cabourg, inmortalizado por Marcel Proust, a quien le encantaba alojarse allí, y terminamos la velada en la playa para asistir al ritual ineludible de la capital romántica: la puesta de sol. Sobre el Canal de la Mancha, el cielo arde con sus más bellos colores, amarillo, naranja, rosa, púrpura...

Descubrir Deauville es caminar sobre las Planches con el mar como jardin, descubrir su arquitectura que mezcla las locuras del Segundo Imperio, la época dorada del estilo anglonormando, una arquitectura comentada, protegida y valorada, en una estación donde todo es accesible a pie o en bicicleta. Significa jugar al golf en el corazón de Normandía, navegar por el estuario que inspiró a Dufy, asistir al inolvidable espectáculo de una carrera de caballos, un partido de polo o una competición ecuestre. Significa aplaudir un espectáculo o un concierto en el teatro a la italiana del casino, descubrir los nuevos talentos del cine americano, asistir a la premiación de un joven fotógrafo o escritor, escuchar por primera vez en público a un joven solista, significa conocer a artistas inspirados por la luz y la atmósfera de Deauville. Significa pasear por los sabores del mercado, descubrir la bodega de un productor de Calvados, degustar los productos de una región excelente, disfrutar de un momento de bienestar o simplemente no hacer nada y soñar en la playa de arena fina.

Hay que decir que Charlotte se enamoró de Trouville-sur-Mer, apodada la reina de las playas. Alineada con magníficas villas de finales del siglo XIX de arquitectura ecléctica y salpicada de coloridas casetas de playa a rayas, la Promenade des Planches tiene un encanto antiguo único. Por la noche, nos dirigimos a los muelles para descubrir el mercado del pescado, en un ambiente auténtico y acogedor. Su típica arquitectura neonormanda y sus puestos rebosantes de pescado y marisco despiertan nuestro apetito. Templo del mar y del buen vivir, la animada vida del mercado nos seduce tanto como la degustación in situ, abierta todos los días del año.

Nos encontramos en la Costa del Ópalo, en Le Touquet-Paris-Plage, una elegante ciudad costera cuyas villas se levantan al borde de senderos forestales, en la cima de las dunas y en huecos boscosos. Lugar popular para los deportes acuáticos, no es en kitesurf sino a caballo como Charlotte nos lleva a descubrir la espléndida reserva natural de la bahía de Canche. Un estuario y unas dunas preservadas, donde se encuentran focas grises y corzos. Para terminar con una comida gourmet, cenamos en la Base Nord; imagínate la casa de vacaciones perfecta: decoración brocante chic, acogedora chimenea de ladrillo y tablas de madera antiguas, con una vista completa de la bahía. Todo ello con un menú fresco y creativo, por supuesto.