7 anécdotas insólitas de la Ópera Garnier

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Ópera Garnier
© Ekaterina Pokrovsky / Adobe Stock - Vista de la Ópera Garnier, en París.

Tiempo de lectura: 0 minPublicado el 19 diciembre 2024

El 5 de enero de 2025, la Ópera Garnier celebrará su 150.º aniversario. Desde ballets y operetas hasta conciertos y recitales, este majestuoso monumento sigue sorprendiendo y maravillando a su público. Pero, ¿conoces todas las anécdotas que se esconden tras esta meca de la cultura parisina? Misterios, supersticiones, arte sublime y compromiso con el medioambiente: descubre todos los secretos de la Ópera Garnier.

El techo pintado por Chagall

Techo de la Ópera Garnier pintado por Chagall
© caputolaurent / Adobe Stock - Techo de la Ópera Garnier pintado por Chagall.

Hay pocos techos en París tan famosos como el de la Ópera Garnier, pintado por Chagall. Pero pocos conocen la historia que hay detrás de esta obra maestra. En febrero de 1960, André Malraux, entonces Ministro de Asuntos Culturales, asistió a una representación de Daphnis et Chloé en la Ópera de París, ambientada por Marc Chagall. Poco aficionado a la ópera, el ministro contempló el techo, decorado desde 1875 por Jules-Eugène Lenepveu. Esto le dio la idea de pedir a su amigo Chagall que creara un nuevo fresco para cubrir la histórica cúpula. El proyecto provocó un apasionado debate entre partidarios y detractores, y el propio artista dudó. Sin embargo, Chagall dio el paso con entusiasmo en 1962, y la obra, una sinfonía de colores, homenaje del pintor a la música, su pasión, se inauguró en septiembre de 1964.

Las ratitas

Las ratas más famosas de Francia no son las que cocinan en secreto bajo el gorro de cocinero de un joven aprendiz. No, son las ratitas de Garnier, las que llevan leotardos y tutús y son alumnas de la Escuela de Ballet de la Ópera de París. Pero, ¿de dónde procede este curioso apodo, bien conocido desde el siglo XIX?

Según Emile Littré, padre del Dictionnaire de la langue française, comúnmente conocido como el Littré, la palabra procede simplemente del truncamiento del final de la expresión «demoiselle d'opéra» en «ra» (sonido de la palabra rat, rata, en francés). Otra explicación más divertida es que la expresión «petit rat» tiene su origen en el ruido que hacían las zapatillas de punta de las jóvenes bailarinas (en su mayoría niñas en aquel entonces) en el suelo de las salas de ensayo del ático de la Ópera. Hoy en día, ya no hay ruidos de roedores en el ático, puesto que los jóvenes estudiantes se entrenan en Nanterre desde 1987, y el viejo y rechinante suelo de parqué ha sido sustituido por linóleo flexible. Sin embargo, Les petits rats conservan su nombre y siguen siendo la crème de la crème de la danza clásica.

Colmenas en el tejado

Ópera Garnier en París
© Jean-Pierre Delagarde / Opéra National de Paris - La cubierta de la Ópera Garnier en París.

Carpas en el sótano, ratas en el desván, sólo faltaban las abejas en el tejado. Desde hace más de 30 años, la Ópera Garnier alberga 5 colmenas a los pies de la gran cúpula, que alojan entre 25.000 y 50.000 abejas según la temporada, y producen cada año una miel dorada. Es una gran oportunidad para la Ópera de contribuir a la biodiversidad de París y preservar las abejas, tan importantes para el medioambiente. Pero, ¿dónde se alimentan estas abejas? En un radio floral de unos 3 km: los jardines de las Tullerías, los Campos Elíseos y los Inválidos. Tampoco era raro verlas revolotear por los balcones privados. En contra de la creencia popular, las condiciones eran favorables: ausencia de pesticidas en los jardines públicos, floración secuencial, variaciones de temperatura reducidas, recursos hídricos, diversidad floral y ausencia de contaminación industrial. El duro trabajo de nuestros apicultores ha permitido durante mucho tiempo al Palais Garnier vender al público una miel sabrosa, florida y ligera. Y la buena noticia es que las colmenas volverán a los tejados del Palais Garnier en 2025.

El número 13

Butacas de la Ópera Garnier
© aloha2014 / Adobe Stock - Butacas de la Ópera Garnier, París.

¿Es posible que la decimotercera ópera construida en París esté maldita? Los supersticiosos son de esta opinión desde una triste noche de 1896, durante una representación de Fausto. Aquella noche, el contrapeso de 7 toneladas de la enorme araña del auditorio cayó sobre el público, y una mujer sentada en el asiento 13 perdió la vida. La «maldición» podría haber terminado ahí, pero se dice que en 1932 una ratita del cuerpo de ballet cayó desde una galería y aterrizó en el peldaño 13 de la gran escalera, dejando una marca en el centro del escalón. Por último, está la historia de Ernest, el «Fantasma de la Ópera», del que se dice que ha rondado el edificio desde 1873... ¡No es de extrañar que no haya camerino número 13 en la Ópera Garnier!

El Fantasma de la Ópera

Gran escalera de la Ópera Garnier
© zzzz17 / Adobe Stock - La Gran escalera de la Ópera Garnier, en País.

El más célebre de todos los fantasmas ha inspirado innumerables relatos desde su primera aparición en la novela El Fantasma de la Ópera de Gaston Leroux. Originalmente publicada como folletín entre 1909 y 1910, la obra fue editada en formato de libro en 1911. Se dice que Leroux se inspiró en misteriosos incidentes ocurridos en el Palais Garnier, escenario de la trama, en el siglo XIX: el tutú de la bailarina Emma Livry fue incendiado en 1862, un tramoyista apareció ahorcado pero no se encontró su cuerda, un desconocido reservaba cada noche el camerino nº 5 y la gran lámpara de araña cayó en 1896 (véase más arriba)... Esta fantástica historia de detectives despliega los terroríficos sucesos atribuidos al fantasma, Erik, compositor y ventrílocuo atrincherado en el lago subterráneo del Palais Garnier y en el palco... n°5. Hoy en día, el Fantasma de la Ópera sigue dando vida a su leyenda en la Ópera de París y emocionando a sus visitantes. Incluso se organizan visitas guiadas en torno a este tema.

Entonces, ¿leyenda o realidad? Para Gaston Leroux, no hay duda alguna, como escribe en el prólogo de su novela: "El fantasma de la Ópera existió. No fue, como se creyó durante mucho tiempo, una inspiración de artistas, una superstición de los directores, la creación insensata de las mentes excitadas de las señoritas del cuerpo de ballet, de sus madres, de las acomodadoras, de los empleados del guardarropa y de la portera. Sí, existió, de carne y hueso, aunque se diera todas las apariencias de un verdadero fantasma, es decir, de una sombra."

El lago de las carpas

Subsuelo de la Ópera Garnier
© C. Pele / Opéra Garnier - El subsuelo de la Ópera Garnier, París.

En el quinto sótano de la Ópera Garnier, a unos diez metros por debajo del escenario, se encuentra un auténtico lago artificial de aguas cristalinas. Este misterioso estanque, que ocupa aproximadamente una cuarta parte de la superficie total del sótano, tomó forma en 1881, durante la construcción de la Ópera. Ese año, el arquitecto Charles Garnier se encontró con un gran problema, justo cuando estaba construyendo la obra de su vida: los trabajos de cimentación tropezaron con el nivel freático muy alto y el solar se inundó.

Pero Garnier no se amilanó y, haciendo gala de un gran ingenio, decidió construir lagos para canalizar el agua que se filtraba y, al mismo tiempo, estabilizar el edificio. Fue una solución audaz, pero eficaz. La estructura abovedada, enteramente de ladrillo, servía incluso de reserva de agua en caso de incendio. Hoy en día, sólo los bomberos de París tienen la oportunidad de dar unas brazadas en ella durante los entrenamientos. También cuenta la leyenda que aquí se han refugiado carpas que mantenían el agua en mejores condiciones. Este lago se convirtió en parte del misticismo del edificio y también contribuyó a las leyendas que inspiraron la novela El Fantasma de la Ópera.

Una ópera rodeada de bancos

Vista de París desde la Ópera Garnier
© Uolir/ Adobe Stock - Vista de París desde la Ópera Garnier.

Es posible que te hayas preguntado por qué hay tantos bancos alrededor del Palais Garnier desde el siglo XIX. La respuesta es clara: no están ahí por casualidad. Tradicionalmente, el distrito 9 de París ha sido un barrio de negocios con un marcado carácter burgués, cuyos habitantes son asiduos a la Ópera. Ya sean amantes del ballet, entusiastas de la ópera o simplemente para mostrase, los parisinos más adinerados solían aprovechar estas ocasiones para lucir sus trajes de gala y sus joyas más deslumbrantes. Los bancos se instalaron estratégicamente para ofrecer un servicio exclusivo: los espectadores podían recoger sus joyas de las cajas fuertes poco antes del espectáculo. Al finalizar la velada, regresaban rápidamente a los bancos, que permanecían abiertos hasta altas horas de la noche para atender a estos privilegiados clientes tras su paso por la ópera.


Libro recomendado:

  • Enquête sur Le Fantôme de l’Opéra de Gaston Leroux de Martine Kahane (2024)

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Por Marie Raymond

Periodista

Marie, periodista de turismo y cultura, tiene un auténtico antojo: escribir en cualquier lugar, pero nunca en una oficina. Su fuente de inspiración es el aire y el movimiento.