Recorrer las calles de París… una experiencia a vivir desde casa gracias a la magia de la literatura, esperando el momento en que puedas venir a Francia. Instálate cómodamente y sumérgete en las obras magistrales de Victor Hugo y Émile Zola que describen París como nadie. ¡Buena lectura!
Bailar como una gitana delante de la catedral Notre-Dame de París
Victor Hugo, Nuestra Señora de París (1831)
La fantástica historia de Esmeralda, la hermosa gitana, y de Quasimodo, el jorobado con un gran corazón, ha dado la vuelta al mundo. Nos cruzamos con un archidiácono tentado por los placeres de la carne (Claude Frollo), un capitán de la guardia infiel y seductor (Phœbus de Châteaupers), un rey de Francia, malabaristas, locos, saltimbanquis, truhanes, teólogos y, sobre todo, esta inmensa catedral terminada menos de un siglo antes de la fecha en que Victor Hugo sitúa su novela. Publicada en 1831, Nuestra Señora de París es una de las novelas más conocidas de Victor Hugo y, sobre todo, una de las más adaptadas: cine, comedia musical, dibujos animados… La intriga de Nuestra Señora de París forma parte de la cultura popular como ninguna otra obra clásica. La casa museo de Victor Hugo se úbica en la Plaza de los Vosgos, en el barrio de del Marais. Este apartamento donde vivió entre 1832 y 1848 nos acerca a la intimidad del escrito.
Vibrar en los primeros grandes almacenes parisinos
Émile Zola, El paraíso de las damas (1883)
París, hacia 1860. Recién llegada a París, Denise Baudu es contratada en El paraíso de las damas, unos grandes almacenes parisinos dedicados a la moda femenina, como los que florecieron en París durante el siglo XIX bajo la influencia del barón Haussman. El lector se encuentra sumergido en el Bon Marché de la época, Las Galeries Lafayette del siglo XIX, Le Printemps como no existía todavía. En medio de hormiguero humano, Denise Baudu descubre las infamias de las vendedoras y de sus clientas y se adentra en la humanidad más cotidiana.
Para saber más:
A leer también:
Por Caroline Revol-Maurel
Periodista apasionada de la naturaleza salvaje, de los viajes y del rock, escribo igualmente sobre los quebrantahuesos que sobre Lou Reed. A menudo voy acompañada por dos niñas pequeñas con un agudo sentido crítico.