Una ciudad, un río, un viñedo: Burdeos, la capital de uno de los más prestigiosos vinos del planeta te da la bienvenida.
Con sus catedrales declaradas Patrimonio de la Humanidad, su arquitectura del siglo XVIII, su Gran Teatro, su Ayuntamiento y sus muelles acondicionados en paseos, la ciudad fluvial destila un encanto lleno de elegancia.
Tras un paseo a orillas del Garona, descubre algunas de las 57 denominaciones de origen controlado con que cuenta el viñedo bordelés.
Primera etapa, dentro de la ciudad, en el Consejo Interprofesional del Vino de Burdeos.
Aparte de abundante documentación, podrás descubrir toda la sutileza de los vinos de Burdeos a través de una degustación o realizar un cursillo en la Escuela del Vino.
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Nos dirigimos hacia Sainte-Croix-du-Mont, al pie del castillo, una bodega de degustación que presenta los blancos licorosos que han dado fama a la localidad. En las proximidades se encuentra el viñedo de Sauternes, que no necesita presentación. Château Yquem y Château de Malle son dos prestigiosos vinos. Joya de las localidades medievales de Aquitania, Saint-Emilion es reputada por la finura de sus vinos pero también por la belleza de la localidad.
Hay que llegar a su notable iglesia subterránea y subir los 187 peldaños que conducen hasta el campanario para admirar la vista de los alrededores, incluidos en el Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Si caes bajo el hechizo de lugar, entra en la agencia turística Saint-Emilion Excellence que te preparará una estancia a medida combinando visita al viñedo y arte de vivir.
Antes de llegar a Libourne, nos desviamos por Pomerol que produce uno de los vinos más apreciados del Bordelés. A continuación, cruzamos el río Dordoña hacia Burdeos. En Beuchac y Caillau, se impone una visita a la Casa de los Burdeos y Burdeos Superior. Su inmensa bodega revela la prodigiosa variedad de los vinos tintos, blancos y rosados del Bordelés.
Tras haber cruzado el Garona, remontamos a lo largo del estuario del Gironda para explorar el Alto Médoc que resuena con los nombres de Château Margaux, Mouton-Rotschild, Lafite-Rothschild, evoca etiquetas amarillentas por el paso del tiempo de añadas muy antiguas.
Respirar a orillas del mar
Nos dirigimos al litoral muy cercano bordeado por un inmenso pinar que acoge las elegantes localidades costeras de Lacanau y, más al sur, Arcachon.
Tras este bucle en el Bordelés, descubrimos los vinos del suroeste a partir de Bergerac.
Esta pequeña localidad a orillas del Dordoña, situada 119 km al este de Burdeos, acoge en sus callejuelas medievales que conducen al puerto y al Consejo Interprofesional de los Vinos de la Región de Bergerac. Instalado en un antiguo claustro, presenta la gran riqueza de este viñedo. En las colinas que dominan el Dordoña, los viticultores nos harán probar un tinto afrutado, el Pécharmant. Al sur reina el Monbazillac, cuyo impresionante castillo domina la llanura. Bergerac, Montravel, Rosette, Saussignac: todas ellas son denominaciones que hay que saborear a la sombra de las bodegas.
Más al sur aparece Duras, que seduce tanto por su magnífico castillo como por su vino que se asemeja a los Burdeos. En Marmande, tomamos dirección Agen. En las colinas que bordean el Garona se extiende en viñedo de Buzet dominado por unos tintos carnosos.
A continuación, la ruta toma dirección sur hasta Pau, para ofrecerte una sorpresa: el Jurançon, un vino blanco seco o suave apreciado por los verdaderos conocedores se despliega al pie de los Pirineos.
Por la autopista llegamos a la “ciudad rosada”, Toulouse, que abre las puertas de unos viñedos con carácter, el Gaillac cerca de Albi, el Fronton al sur de Montauban y, por último, la perla de los vinos del suroeste, el Cahors, que se saborea con trufas y carnes rojas en los restaurantes de la capital del Lot.
Por France.fr
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