¡Son los miradores más bonitos con vistas al mar! Desde el Mar del Norte hasta el Mediterráneo, los senderos litorales atraviesan miles de kilómetros de costa francesa, serpenteando entre playas interminables, calas secretas, dunas y acantilados impresionantes. Un observatorio privilegiado para descubrir la riqueza del patrimonio y la biodiversidad de las costas con total tranquilidad. Cálzate tus deportivas, ¡te llevamos a recorrer Francia con vistas al mar!
Mancha y Mar del Norte: sobre las dunas... los acantilados
Desde las dunas flamencas hasta la bahía del Monte Saint-Michel, se extienden 1.000 kilómetros de costa con una gran variedad de paisajes. Macizos de dunas, pólderes y marismas, imponentes acantilados, largas playas de arena y guijarros y megaestuarios poblados por aves y focas, se revelan bajo sublimes luces lechosas que se observan a lo largo de los senderos.
Desde los Deux-Caps, en la Costa de Ópalo, hasta el estuario de la Bahía de Somme
A un lado, los acantilados calcáreos del Cap Blanc Nez (151 metros), al otro, la muralla de marga y arenisca del Cap Gris-Nez... En el sitio catalogado Deux Caps por la Unesco, etapa del sendero costero GR120, podrás deslizarte entre el cielo y el mar como una gaviota. Lugar de anidación de aves, también se pueden encontrar orquídeas raras como la orquídea abeja. Al sur de la ruta, la salvaje bahía de Authie enlaza con la Bahía del Somme, un fabuloso estuario de 7.200 hectáreas clasificado como Grand Site de France, poblado por focas y aves.
De la Nez de Jobourg a la Bahía del Monte Saint-Michel en Normandía
"Donde nace el acantilado, muere la duna", escribió Víctor Hugo. Así lo confirma un gran recorrido de Cotentin (¡448 km!) por el sendero aduanero de Normandía (GR223), desde las dunas de Utah Beach y las turberas del Parque Natural Regional de las Marismas de Cotentin y Bessin hasta la bahía del Mont-Saint-Michel, patrimonio mundial de la UNESCO. Entre medias, podrás subir y bajar para descubrir los tesoros de la isla de Tatihou (Natura 2000) y sus torres Vauban, o el acantilado de Nez-de-Jobourg, que se eleva 128 metros sobre las aguas turquesas.
Atlántico: granito, arena e islas en serie
Por estos lares hay una fuente inagotable de paseos marítimos. Hacia el norte, las gigantescas promontorias y las costas dentadas flanqueadas por islas, islotes y faros se revelan a lo largo de la ruta aduanera que rodea a Bretaña. Al sur del estuario del Loira, los senderos serpentean entre costas rocosas, playas de arena delimitadas por un cinturón de dunas y una profusión de marismas antes de enhebrar suavemente el estuario de la Gironda. Más de 100 kilómetros de playas bordeadas de dunas atraviesan el litoral atlántico hasta el País Vasco.
Del Cap Fréhel a la Pointe du Raz, en Bretaña
Es el más largo de los senderos aduaneros: ¡en más de 2.000 kilómetros, el GR34 da la vuelta a Bretaña! Partiendo de la bahía del Mont-Saint-Michel, se puede pasear desde Fort Lalatte hasta los páramos de Cap Fréhel, clasificado como Grand Site de France; entre Paimpol y Perros-Guirrec podrás divisar las 1.001 tonalidades de la Costa de Granito Rosa, y en la bahía de Morlaix podrás contar las islas... Al oeste, el rumor del Atlántico marca el ritmo, el sendero serpentea hasta la Pointe du Raz (Gran Sitio de Francia) y sus vistas panorámicas de los faros del mar de Iroise.
De Saint-Nazaire a Biscarosse por la cuenca de Arcachon, en la costa atlántica
En los senderos de la costa atlántica, las pesquerías son las protagonistas: ¡son unas 200 que hacen de vigías frente al océano! Desde Saint-Nazaire, en el sendero costero GR34 en dirección a Pornichet, se puede divisar la primera de estas cabañas sobre pilotes utilizadas para la pesca de la solla, que se encuentra al otro lado del estuario, en el GR8 que nos lleva de las playas de arena de Saint-Michel-Chef-Chef a las marismas de Moutiers-en-Retz. En la Bahía de Arcachon, dejamos a un lado las cabañas zancudas (cabanes tchanquées) para recorrer los diques del Delta del Leyre. Aquí, son las aves las que hacen guardia (más de 300 especies catalogadas en la reserva ornitológica), como el gran cormorán negro o la garceta. Más al sur, en la Côte d'Argent y su kilométrica franja arenosa que da a las dunas entre Biscarosse y Ondres, se puede utilizar prismáticos para explorar los senderos de las reservas naturales entre los lagos y el océano.
De Bidart a Hendaya, entre el Océano Atlántico y los Pirineos, en el País Vasco
Altos acantilados intercalados con calas y playas de arena fina y cantos rodados... De Bidart a Hendaya, los 25 kilómetros del sendero de la costa vasca celebran el encuentro de los Pirineos y el Atlántico. Como en Saint-Jean-de-Luz, donde la punta de Sainte-Barbe revela un fabuloso panorama de la bahía dominada por el monte Rhune. Después del fuerte de Socoa, el camino sigue la carretera de la costa vasca, pero en las alturas de Hendaya, la naturaleza vuelve con fuerza en el Domaine d'Abbadia, una reserva de 65 hectáreas, entre páramos con brezo errante, prados y acantilados batidos por las olas.
Mediterráneo: lagunas, calas y rocas rojas
Desde los Pirineos hasta la Costa Azul, pasando por Córcega, el litoral mediterráneo es un gran reservorio de biodiversidad, con los fondos de coralígeno del Parque Nacional de las Calanques, las praderas de posidonia, las lagunas costeras, etc. La riqueza se puede calibrar recorriendo los caminos de ronda que han inspirado a pintores, las lagunas y marismas de Occitania y Camarga, las calas rocosas del Var y la Costa Azul, y las rocas rojas de las reservas naturales de Córcega.
De la costa de Vermeille al Parque Natural Regional de la Narbonnaise, en Occitania
Calas rocosas, pequeños puertos con encanto y laderas cubiertas de viñedos... Al sur de Argelès-sur-mer, la costa de Vermeille revela un litoral abrupto, engalanado por el macizo pirenaico de las Albères, que se puede contemplar durante un bonito paseo de 32 km hasta Banyuls y Cerbère. Al norte, el relieve se suaviza, hasta las 12.500 hectáreas de marismas y salinas del parque natural regional de la Narbonnaise en Méditerranée. En Leucate, se sube a una meseta calcárea para recorrer el "sentier du guetteur" (4,3 km) sin perder de vista el mar y las lagunas.
De la Côte Bleue, en Provenza, a la Côte d'Azur.
En Martigues, al oeste de Marsella, bienvenido al país de las calanques: podrás descubrir estas calas rocosas desde el sendero costero de la Côte Bleue, luego en el corazón del Parque national des Calanques entre Marsella y La Ciotat. Es un buen punto de partida para los 200 km de senderos costeros del Var y la Costa Azul salpicados de pequeñas joyas, como el Golfo de Saint-Tropez o las rocas rojas del macizo del Esterel en Saint-Raphaël. Desde Antibes, puedes seguir los cabos hasta las ricas residencias escondidas entre pinos de Cap Martin y sus vistas en picado sobre el Mediterráneo.
Desde el desierto de Agriates hasta las calanches de Piana, en Córcega
En Córcega, los senderistas tienen a su disposición más de 1.000 kilómetros de costa, una mina de itinerarios ricos en acantilados rocosos y playas. En el norte, podrás alternar el paseo y el baño en las calas secretas del desierto de Agriates, contemplar la bahía de Saint-Florent desde el sendero que lleva a Punta Vechhiaia y sumergirte en el sublime paisaje de las rocas rojas de las calanches de Piana, la reserva de Scandola y el golfo de Girolata, clasificados como lugares de la UNESCO. Hacia el sur, en dirección a Ajaccio, los senderos de la Punta de La Parata nos decubren las islas Sanguinaires, y en Bonifacio, el Cabo Pertusato hace de balcón sobre el Mediterráneo. Al este, cerca de Sainte-Lucie-de-Porto-Vecchio, podrás pasear entre las torres genovesas, la torre Fautea o la torre Pinarellu, ¡la única torre de forma cuadrada del sur con la de Oporto!
Un poco de historia...
También conocido como el sendero de los aduaneros, el sendero de la costa, es una verdadera frontera entre la tierra y el mar, cuyos primeros tramos fueron trazados a finales del siglo XVIII por Napoleón, siendo utilizados por la guardia costera francesa para luchar contra el contrabando y aplicar la fiscalidad de las mercancías (la gabela). Este sendero facilitaba el paso para sortear obstáculos naturales como acantilados y también la construcción de cabañas en gaviones.
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Por Anne-Claire Delorme
Periodista y viajera.