Practicar el cabotaje entre islotes y bancos de arena, nadar con las tortugas, contemplar a las ballenas jorobadas o tomar altura en un ultraligero… No faltan las ideas para descubrir el primer parque natural marino creado en los territorios de ultramar.
Sumergirse en un paso
Paraíso de corales de colores, bancos de barracudas, rayas águila y, mar adentro, tiburones martillo… Los submarinistas, aficionados y expertos, se regalarán los ojos en esta excepcional laguna bordeada de una doble barrera de coral. El paso en «S», situado en la barrera este, sigue siendo el punto turístico más famoso de la laguna. A lo largo de sus 4 kilómetros de longitud, nos brinda más de una decena de lugares de inmersión, frecuentados por los meros, los loros cototos verdes, las tortugas o los tiburones grises. Un auténtico acuario natural.
Nadar con las tortugas verdes
En N'Gouja, en la playa más hermosa de toda la isla, flanqueada por unos baobabs impresionantes, nos equipamos con aletas, gafas y tubo para nadar junto a las tortugas verdes cuando hay marea alta. Les encantan las plantas acuáticas que tapizan el fondo marino a escasos metros de la orilla de arena dorada. Habituadas a cruzarse con los bañistas, se dejan observar y seguir con tranquilidad. Una sola consigna: no tocarlas.
Contemplar las ballenas jorobadas
Entre julio y finales de octubre, podemos asistir al espectáculo de los impresionantes saltos de las ballenas jorobadas en la laguna de Mayotte. Estos gigantes marinos (de 11 a 18 metros de largo) emigran desde la Antártida hacia las cálidas aguas del océano Índico para reproducirse. Momento ideal para embarcarse en un safari de observación organizado por unos operadores turísticos que se acercan a estos mamíferos aplicando unas normas respetuosas con estos animales.
Navegar al ritmo de los delfines
¿Una sombra que baila debajo de la superficie del agua? Sin duda, se trata de una manta raya que nada junto a la barrera, entre abril y junio. Más lejos, las aletas de un banco de delfines hacen las delicias de los pasajeros de la embarcación. Pueden ser varios cientos los que, en un momento dado, decidan seguir a un barco en lo que parece una amistosa escolta o, en ocasiones, una elegante danza. Los encuentros con la fauna marina y los fondeos en los islotes de Robinson son actividades estrella de las excursiones en barco por la laguna. ¡A los niños les encantan!
Tomar altura
La laguna vista desde el cielo... algo difícil de olvidar. Islotes invadidos por la vegetación, bordeados de alfombras coralinas iluminadas por la luz; bancos de arena con formas cambiantes que tiñen de blanco las aguas turquesa; manglares impenetrables que cubren de una sombra verde los tramos de costa y unas playas inmaculadas acariciadas por los cocoteros. Y, por supuesto, esta sorprendente doble barrera de arrecifes acariciada por la espuma marina... Sobrevolar la laguna en ultraligero dará color a nuestra estancia.
Dejarse fascinar por el manglar
Entre mar y tierra, el manglar forma un ecosistema único y misterioso, compuesto por varias especies de mangles que sirven de refugio a numerosos peces y moluscos. En tierra o cuando hay marea baja, podemos pasearnos entre las raíces aéreas de los mangles o, mejor aún, navegar por sus meandros a bordo de una piragua cuando hay marea alta. Y, ¿por qué no visitar la aldea de Bandrélé, donde una comunidad de mujeres produce sal del manglar siguiendo una receta ancestral?
De islote en islote en stand-up paddle
¿Qué mejor que una tabla, un remo, un sombrero y un par de gafas de sol para explorar la laguna de Mayotte a nuestro ritmo, en modo deportista o más contemplativo? Erigidos sobre las aguas, como una aleta de delfín, contemplamos los acantilados y las calas recortadas en la costa y hacemos escala en una playa desierta a la que solo se puede acceder por mar…
Por Charlotte Cabon
Periodista.