Un día en el Valle del Loira, un viaje por el patrimonio

Inspirados en el Renacimiento, despliegan una armonía y una diversidad fuera de lo común en cuatro niveles. Con el juego de perspectivas, los laberintos de estos jardines de alta costura producen engaño, asombro o confusión.

Domina el Loira con sus aires de cuento de hadas. Sus cimientos se remontan a la Edad Media, pero el Renacimiento y el Romanticismo impregnan este lugar cuyos jardines y su festival le han dado nombre y fama.

En cuatro siglos (medieval, gótico, renacimiento y clásico), ha recorrido toda la historia. Siete reyes y diez reinas de Francia se jugaron el trono en él. En lo alto de las cuatro plantas de su escalinata monumental, podemos imaginarnos una corte llena de secretos y destinos.

Colores, motivos y colecciones desfilan por este taller de papel pintado con plancha, nacido del saber hacer de las grandes manufacturas de los siglos XVIII y XIX. Aquí se trabaja a mano y a medida, además de hacer danzar los estampados.

Fundada en 1101 y declarada patrimonio mundial de la UNESCO, es una construcción excepcional. Treinta y seis abadesas han administrado en ella a una comunidad mixta durante siete siglos. La abadía se convirtió en prisión en la época de Bonaparte y alberga actualmente un centro cultural.

Protege los recursos naturales y el patrimonio de ciento quince municipios. Singularmente, también unas misteriosas grutas troglodíticas excavadas en la piedra calcárea del valle: la piedra franca, idónea también para champiñoneras, bodegas de vino, casas rurales y propietarios felices…

Podemos cruzarnos con una tímida Gioconda, la catedral de Chartres, el monte Saint-Michel, aves, escenas familiares o bíblicas… ¡en mosaico! Es la emotiva obra de una vida, la de un apasionado peón caminero natural de Chartres, Raymond Isidore, conocido como «Picassiette».