Francia siempre ha estado en mi lista de destinos favoritos en Europa y estando tan cerca de España, teníamos muchas ganas Manu y yo de conocer el país vecino en más profundidad. Atout France nos propuso viajar por la zona de Nouvelle-Aquitaine y nos pareció perfecto, somos dos grandes amantes de lo rural y la naturaleza. Nos fuimos unos días a conocer la zona de los valles del Lot y del Garona y finalizar el viaje en la preciosa ciudad de Burdeos.
Turismo lento y sostenibilidad en Agen
Nuestra prioridad era disfrutar del turismo lento y de la sostenibilidad que ofrecen esta región. Empezamos nuestro camino en Agen, una pequeña ciudad en el Valle del Lot y del Garona. Se encuentra justo a medio camino entre Toulouse y Burdeos. Al llegar, lo primero que nos llamó la atención fue la belleza y riqueza de su arquitectura. Dimos una vuelta por el centro y disfrutamos de sus preciosas fachadas de la Edad Media y del S.XIX. En Agen la sostenibilidad y el turismo lento lo tienen muy presente, han hecho varios parques, un carril bici alrededor de la ciudad y muchas tiendas han implementado la reducción de envoltorios y cajas para ayudar al medioambiente.
Visita a un viñedo y vistas al valle
Ese mismo día, nos acercamos a la bodega de Marmande de Cocumont donde pudimos dar una vuelta, conocer sus viñedos y su producción local. Además nos hizo un día espectacular así que las fotos en el viñedo fueron parada obligatoria.
De camino a nuestro hotel, a escasos 30 minutos en coche, hicimos una pequeña parada en el pueblo de Meilhan-sur-Garonne porque tiene un bonito mirador desde el que disfrutar una vista espectacular del valle y su canal.
Un alojamiento muy especial
Ese día dormíamos en la sorprendente casa Château Rouge 47 en Sainte- Bazeille. Nos esperaban sus simpáticos dueños para contarnos la historia de esta casa. La compraron hace unos años, la reformaron y empezaron a renovar las salas y a crear un espacio multidisciplinar (Espacio 180) en las antiguas cuadras. En este espacio se disfruta de conciertos, performances, teatro… también tienen una residencia de artistas. Un espacio mágico, con unos dueños maravillosos y con naturaleza para desconectar en sus alrededores.
El canal del Garona
El segundo día visitamos Mas d’Agenais. Un pueblo con más de 2.000 años de historia con mucho encanto y que da al canal del Garona. Visitamos su iglesia, ahora en obras porque, su mobiliario tiene un valor importantísimo, y porque en su interior se encontró un tesoro muy valioso, “Le Christ en Croix”, un cuadro de Rembrandt que está en Burdeos de manera temporal hasta terminar las obras de la iglesia. Estará habilitado para su visita en 2022. Fuimos a la orilla del Garona donde nos esperaba una barcaza holandesa para dar un paseo por el canal. La embarcación Wakai está hecha de madera y tiene unos 15 m de largo, estará lista para su alquiler el año que viene y la verdad que ha sido una verdadera experiencia. Un plan estupendo para pasar el día recorriendo el canal del Garona que une atlántico y mediterráneo, mientras disfrutas de su paisaje. Ofrecen cocina tradicional de la zona a bordo. Por último, hicimos un tour en bicicleta con Claire Haig de Cycles Sud-Ouest en Buzet-sur-Baïse. Las bicicletas que utilizamos eran eléctricas, de esta forma puedes hacer bici de montaña sin terminar derrotada. Es un medio de transporte super útil, sano y sostenible.
Un nido bajo las estrellas
Nuestra última parada fue en las burbujas de Saint-Martin en Nérac, unas casas burbuja en medio del bosque desde las que puedes ver las estrellas mientras estás acostado. Aprovechamos que estábamos en Nérac para darnos un paseo por la ciudad. Era sábado y había mercado. Antes de salir hacia Burdeos, nuestro último destino, paramos a comer en el restaurante Le Moulin des Saveurs en Barbaste. El restaurante está en frente de un molino fortificado construido en el siglo XIV y que fue propiedad del Rey Henri IV, así que el paseo hasta el restaurante es muy bonito.
La hora azul de Burdeos
Llegamos a Burdeos por la tarde, aprovechamos las últimas horas de luz de la tarde paseando por la orilla del río. Visitamos el Espejo de Agua ¡Qué maravilla!. Cuando se escondió el sol, la ciudad nos regaló su belleza nocturna. He de decir, que nos enamoró el Burdeos en la hora azul, con todas las luces cálidas de la ciudad prendidas. Una postal de película. Cenamos en Le Café du Port, un restaurante al borde del río con vistas a la ciudad nocturna. Las dos noches en Burdeos dormimos en el hotel ecológico Eklo, bonito, limpio, moderno y sostenible.
El río y la Cité du Vin
En Burdeos visitamos el museo de la Cité du vin, conocimos la interesantísima historia a través del vino y comimos en el delicioso Restaurante Panorámico de la última planta. El museo está galardonado con el sello de sostenibilidad. Por la tarde cogimos un crucero por el río para ver las impresionantes fachadas consideradas patrimonio de la UNESCO y acabamos viendo el atardecer en el barrio de Saint Pierre. Fue un lujo terminar el día cenando en la La Brasserie Bordelaise, en pleno centro de la ciudad. Nuestro último día antes de volver a España, lo pasamos visitando Burdeos en bici. Alexandre, un guía turístico encantador, nos llevó por todo el patrimonio histórico de la ciudad, sus parques y sus tiendas. De camino a Madrid, me sentía llena de alegría. Ha sido un viaje maravilloso y muy enriquecedor.
Por Erea Azurmendi