El invierno se instala lentamente y trae consigo un cuento de hadas que calienta los corazones a pesar del frío. Aunque los animales hibernen y la naturaleza parezca a veces inmóvil, esta estación es sin duda una época intensa y privilegiada para viajar por Francia. El bullicio de las ciudades en invierno, la calma de la orilla del mar o la majestuosa naturaleza de las montañas ofrecen al visitante magníficas experiencias, entre cultura, tradición, aventura y saber hacer francés.
Un ambiente festivo único en cada región de Francia
A finales de año, las ciudades francesas se iluminan, los mercados huelen a vino caliente y el espíritu festivo se respira por todas partes. Cada región de Francia enriquece este periodo con un toque de originalidad cultural o tradicional.
El Mercado de Navidad de Estrasburgo, en Alsacia y Lorena, es una visita obligada, con más de 300 chalés que forman un alegre pueblo de artistas y artesanos. También está la Fête des Lumières de Lyon, un magnífico espectáculo de una ciudad iluminada por todas partes. En Provenza, hay que ver los magníficos Santons de terracota que decoran los belenes. Descubrir esta artesanía única es a la vez un placer para la vista y una forma de sumergirse en antiguos oficios y en el folclore regional.
Los platos cálidos y reconfortantes de la gastronomía francesa.
Cuando hablamos de gastronomía francesa en invierno, pensamos inmediatamente en los platos típicos del destino Alpes-Mont Blanc, nutritivos y reconfortantes a la vez, como la fondue, la raclette o la tartiflette. Estas especialidades de Saboya son la comida ideal para compartir con amigos y familiares. Hay muchas otras deliciosas especialidades francesas para degustar en invierno: boeuf bourguignon (Borgoña), truffade auvergnate (Auvernia), coq au vin o el famoso pot-au-feu.
Actividades insólitas y divertidas para hacer en familia en invierno
No te pierdas una noche en un alojamiento insólito, hay más de 1.000 instalados por toda Francia: iglú, casa del árbol, burbujas transparentes, barcos en el muelle, chalés aislados en la montaña, cuevas trogloditas, ¡la elección es amplia!
Otra curiosidad a descubrir en invierno: ¡el placer de los baños de agua caliente al aire libre! Por ejemplo, los Baños de Dorres, en los Pirineos, donde el visitante se sumerge en agua a más de 37° frente a un paisaje mágico de montañas nevadas.
Para la familia, los Castillos del Loira, en el Valle del Loira, están abiertos en invierno y divierten a grandes y pequeños: un paseo en bicicleta por los suntuosos jardines de Chambord, un Juego de escape en los pasillos del castillo de Blois, o un recorrido por el legendario Laberinto de Beaugency.
La diversidad de los deportes de invierno en la montaña francesa
Esquí, snowboard, trineo, patinaje sobre hielo, raquetas de nieve... el invierno ofrece multitud de posibilidades para disfrutar en plena naturaleza con amigos, en familia o en pareja. Algunas estaciones de montaña ofrecen también nuevas actividades más insólitas, como trineos tirados por perros en el Macizo del Jura, submarinismo y pesca en hielo en los Alpes-Mont Blanc o iniciación al biatlón en el Macizo de los Vosgos.
Inmensas playas para respirar aire puro a pleno pulmón
Para los amantes del mar, la brisa salada y los paisajes marinos, los paseos invernales por la playa son una cita obligada, entre la tranquilidad y la libertad. El Mar del Norte, el Canal de la Mancha, el Océano Atlántico o el Mediterráneo... hay para todos los gustos.
En cuanto al bienestar, hay muchos centros de talasoterapia, sobre todo en Bretaña o Normandía, que ofrecen un paréntesis muy agradable y un momento de desconexión impagable en invierno.
Para los que prefieren combinar los placeres de la ciudad con los del mar, nos vamos al suroeste, a Biarritz, en el País Vasco, para disfrutar de una inolvidable sesión de surf invernal. Marsella también es una ciudad costera para visitar en invierno: la cultura local, ilustrada en las famosas novelas de Pagnol, es absolutamente encantadora y soleada. Sin olvidar Niza y la legendaria suavidad de la Costa Azul.
Una efervescencia cultural única en el mundo
La efervescencia cultural está especialmente presente en París, donde el número de eventos musicales y artísticos es impresionante en invierno. La multitud de teatros, las dos óperas de París (Bastilla y Garnier) y las numerosas salas de conciertos explican esta diversidad. Además, existe una amplia oferta de museos, visitas y exposiciones que hacen de la capital francesa un lugar en el que nunca podrás aburrirte.
El encanto de los pueblos franceses no tiene nada que envidiar a las grandes ciudades. La asociación Les Plus Beaux Villages de France enumera más de 170 pueblos de toda Francia y presenta sus tesoros culturales y patrimoniales.
Explorar la biodiversidad de los territorios franceses de ultramar
Para los amantes de la vida salvaje, estos territorios de ultramar son reservas de biodiversidad absolutamente extraordinarias situadas en los cuatro puntos cardinales del planeta, con más de 13.000 especies endémicas y cinco zonas de biodiversidad declaradas Patrimonio de la Humanidad.
Por ejemplo, la isla de Martinica, situada en las Antillas francesas, ha sido reconocida por la UNESCO Reserva Mundial de la Biosfera terrestre y marina en 2021. Los paisajes de la isla son de una diversidad impresionante: el volcán de Montagne Pelée, en el norte, los magníficos paisajes de Presqu'île de la Caravelle o los acantilados de la playa de Anse Couleuvre, en Prêcheur, son parajes naturales notables por descubrir.
Por Florence François Denos
Escritora de viajes apasionada por la naturaleza, el turismo lento y los descubrimientos auténticos. florence@headerpop.com