¡Un golpe de suerte! Así empieza esta historia, con un auténtico golpe de suerte al resultar ganadora del sorteo de un viaje a Saint-Malo que el periódico El País realizó con motivo del estreno de la película “Los tres mosqueteros: D’Artagnan”, ambientada en la ciudad corsaria. Del gran elefante de Nantes al mítico Mont Saint-Michel, Teresa nos cuenta su viaje en detalle.
Para celebrar el estreno de la película Los tres mosqueteros: D'Artagnan por todo lo alto, EL PAÍS organizó para sus suscriptores un juego-concurso para ganar un viaje a Saint-Malo para dos personas, con vuelos y alojamiento de tres noches con desayuno incluido en el Hotel Mercure Saint Malo Balmoral**** . El vuelo, ofrecido por Volotea, no ponía inconveniente en las fechas y por tanto lo reservamos del 26 al 30 de junio. Como el premio incluía tres noches de hotel en Saint-Malo, reservamos una noche adicional en la ciudad de Nantes, ¡una recomendación muy acertada de Émilie Augé de Atout France! La organización del viaje estuvo a su cargo, lo que significó el segundo golpe de suerte, ya que ella es muy amable y dispuesta a ayudar en cualquier situación y tema que se la requiera.
Visita de Nantes
Llegamos a Nantes por la tarde y tras dejar el equipaje en el hotel, próximo a la estación de tren y del Castillo de los Duques de Bretaña, dimos un paseo por los alrededores: el centro cultural Lieu Unique, que fue la antigua fábrica de galletas LU, a orillas de canal Saint-Felix, el Jardín de las Plantas (sólo por fuera pues cierran las puerta a las 21:00), la iglesia de San Clemente, el Museo de las Artes (una pena que ya estaba cerrado y el martes también) y la Capilla del Oratorio. Cenamos en una terracita muy agradable al lado del hotel.
La mañana del siguiente día visitamos, esta vez por dentro, el Jardín de las Plantes y el agradable paseo de la esplanada de la muralla Cours Saint-Pierre hasta la Plaza Foch. Seguimos descubriendo los lugares emblemáticos con una visita guiada de la ciudad que yo había reservado: visita muy completa del Castillo de los Duques de Bretaña, la catedral de San Pedro y San Pablo, la Place du Bouffay, la plaza del Comercio, el Passage Pommeraye y su galería de comercios, la isla-barrio de Feydeau y su ambiente de pueblo, la majestuosa Plaza Graslin, la Rue Crébillon con sus comercios y la animada Plaza Real con su fuente. Comimos por recomendación de la guía en una crêperie, ¡una gallette con sidra local como no podía ser de otra manera!
Tras la comida completamos la visita a la ciudad y su historia: Memorial de la Abolición de la Esclavitud (visita gratuita), las Maquinas de la Isla con el famoso elefante mecánico, el palacio de la Justicia…
Al final de la tarde, recogimos el equipaje en el hotel y fuimos a la estación de tren de Nantes para dirigirnos ya a nuestro destino definitivo: rumbo a la ciudad marinera de Saint-Malo, en Bretaña. Después de un viaje de 2 horas y media, llegamos sin problemas al hotel Mercure Saint-Malo Balmoral**** , ubicado justo al lado de la estación. El hotel es limpio y cómodo, y con un agradable paseo de 20 minutos llegamos a la zona histórica y a la playa. Finalizamos el día cenando mejillones y un pescadito rico en la zona próxima al mismo.
Visita de Saint Malo y Dinard
Después de un rico desayuno buffet al hotel, dedicamos el día entero a conocer Saint-Malo: su ciudad amurallada, su Ayuntamiento, las distintas puertas, el bastión de la Hollandese, la playa de Bon-Secours con su conocida piscina, las vistas de los islotes, la Maison de Quebec, el Fort de la Reine y el Fort National…
Comida intramuros y paseo posterior por las callejuelas con sus casas, las más antiguas de los siglos XV y XVI. Por la Porte de Dinan, una de las tantas puertas de la antigua muralla, fuimos hasta el puerto y embarcamos hasta Dinard que recorrimos a lo largo de la costa contemplando sus mansiones, Casino, Iglesia y jardines. De vuelta a Saint-Malo y tras realizar unas compras, ¡imposible no comprar con las tienditas tan ideales! Volvimos al hotel y de ahí al paseo marítimo como aproximación para el día siguiente.
Visita del Mont Saint Michel
Al día siguiente, previa reserva gestionada de nuevo por Émilie, nos vamos de excursión al Mont Saint-Michel en autobús. Es tan solo un viaje de una hora y es recomendable comprar el billete con antelación en la página web de la compañía Keolis Armor, especialista en viajes en autocar al Mont Saint-Michel, desde Rennes o Saint-Malo.
A pesar de la cantidad de turistas que allí nos encontramos, ¡la visita a la Abadía no nos decepciona! Hacemos andando el recorrido desde donde nos deja el autobús hasta la abadía del Mont Saint-Michel y viceversa (unos 45 minutos andando), lo que recomiendo, ya que la aproximación al mismo es muy bonita. Tras la visita comimos en un restaurante-terraza con vistas al mar, que al estar en marea baja semeja un desierto.
De vuelta a Saint-Malo, paseamos por la playa de Sillon, donde nos encantan los rompeolas de troncos de árboles y hacemos la última visita al castillo. Aún están abierta las terrazas, aprovechamos para degustar un vinito blanco de fin de viaje. Tchin!
Para este último día de viaje, ya sólo nos queda madrugar para coger el tren hasta Nantes y de ahí el vuelo hasta Madrid con Volotea. ¡El vuelo fue muy rápido y cómodo!
Nuestra conclusión, una buena experiencia viajera por Francia y deseos de conocer en persona a Émilie, ¡lo que intentaré en uno de mis viajes a Madrid!
Teresa.
Por France.fr
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