No es necesario buscar el Atlántico en San Juan de Luz, ¡está en todas partes! Está en la gran playa y en el puerto bordeado por casas de armadores, en la pesca del día, en las algas durante una sesión de talasoterapia e incluso en el vino local que toma algunas notas del océano… Te invitamos a impregnarte de salitre y brisa marina en este paseo de 7 escalas.
Pasear por el puerto siguiendo las huellas de la ciudad corsaria
Es el vínculo que une la opulenta San Juan de Luz con su gemela más modesta, Ciboure. Mientras te desplazas en una lancha por el puerto, descubrirás las huellas del pasado corsario impresas en las residencias de los armadores de barcos que se aventuraban a cazar ballenas, bacalao y enfrentarse a sus enemigos en alta mar. La Maison de l'Infante, con su tono rosado, simboliza la paz recobrada, marcada por la boda entre María Teresa de España y Luis XIV en 1660, que selló el fin de las hostilidades. En el otro lado, en Ciboure, la casa Ravel se enorgullece de haber albergado a un huésped ilustre dos siglos antes del nacimiento del compositor: el cardenal Mazarino.
Abrir boca con la pesca del día en el mercado cubierto
Para abrir el apetito antes de la comida, nada mejor que visitar el mercado de estilo Baltard. Los martes y viernes (y también los sábados en verano), disfrutarás doblemente con el mercado al aire libre que se instala alrededor. Se empieza por disfrutar con los ojos, entre aves del País Vasco, "foie gras", "confits" y pescados frescos del día, como la famosa merluza de San Juan de Luz capturada artesanalmente. Después, sumérgete en una verdadera delicia al saborear los pintxos, las tapas tradicionales del País Vasco, durante un aperitivo con sabor a mar.
Disfrutar de platos coloridos y del mar cerca de la gran playa
El restaurante Le Kaïku ofrece una experiencia gastronómica atlántica que fusiona paradojas culinarias. Este restaurante con 1 estrella Michelin, auténtica oda al País Vasco, logra una armoniosa combinación de sabores de la tierra y marinos con toques exóticos, dando lugar a una experiencia culinaria verdaderamente sorprendente. Ubicado a pocos pasos de la gran playa y la icónica plaza Luis XIV, en la casa más antigua de la ciudad, el chef Nicolas Borombo, oriundo de la región y con formación en el Hôtel Crillon y el Georges V de París, enaltece sus raíces vascas al valorar los productos locales con una propuesta culinaria inventiva y refinada. En Le Kaïku, los comensales tienen la oportunidad de deleitarse con pescados y mariscos locales, tales como el maigre de ligne de St Jean de Luz y el Saint-Pierre du Pays Basque, así como con el cerdo de Kintoa. Además, destacan las verduras frescas de temporada, cuidadosamente seleccionadas de los productores locales. Una experiencia culinaria que se convierte en un festín para el paladar y una delicia para la vista.
Viajar por la costa en el jardín botánico del litoral
El Pinar Costero, el Robledal Atlántico y las Landas Marítimas se entrelazan armoniosamente en este lugar, creando un escenario natural único. Dominando el océano, las 2,5 hectáreas del jardín litoral Paul Jovet son una invitación a viajar a través de los paisajes de la costa vasca. Siguiendo la estela de los marineros que una vez surcaron los mares, los visitantes pueden maravillarse con la colección de especies vegetales destacadas provenientes de los cinco continentes. Para culminar esta experiencia inigualable, [recorremos el sendero litoral] con sus magníficas vistas panorámicas.
Realizar una pausa marítima en el Loreamar Grand Hôtel Thalasso & Spa
Por un momento, dejamos de lado la cautivadora ambientación Art Déco del Grand Hôtel, ubicado junto a la playa, para sumergirnos en los impresionantes 1.000 m² de su exclusivo centro de talasoterapia, donde lucen las bóvedas de piedra, conchas y maderas exóticas. Peeling con sal de mar, envolturas de algas o masaje de aceite de magnesio marino, todo está previsto para una sesión 100% oceánica, incluidas las vistas sobre la playa desde el espacio de la piscina interior. Y para completar el tratamiento, nos regalamos una cena en la terraza de teca del hotel, el “Aho Fina”: cocina internacional con influencias latinoamericanas, combinada con productos vascos.
Descubrir el vino del mar en Socoa
En la zona portuaria de Socoa, unos flotadores se han colocados a 15 metros de profundidad: son las cubas de Egiategia, pionero de la vinificación submarina. Se trata de un procedimiento ingenioso: utilizar las mareas del Atlántico y la presión del mar para realizar la segunda fermentación, incluso para todo el proceso de vinificación. Probamos el fruto de esta alianza entre la viña y el océano antes de explorar la colina Bordagain en Ciboure, entre elegantes mansiones que han perdurado desde la época de la moda de los baños de mar.
Disfrutar de un momento dulce
La brisa marina, como bien se sabe, abre el apetito. Si buscas un momento dulce, ¿por qué no seguir el ejemplo de la Infanta y Luis XIV, quienes, según cuentan, sucumbieron ante los exquisitos "macarons" de almendra de la renombrada casa Adam, fundada en 1660? También puedes deleitarte con la experiencia del salón de té de la pastelería Etchebaster, donde podrás saborear un auténtico saborear un pastel vasco con cerezas negras con cerezas negras. En los días calurosos, la opción perfecta son los helados de vainilla de Bargeton o Pariés, ambos destacados en el Top 10 de la clasificación de Gault et Millau en 2019.
Por Anne-Claire Delorme
Periodista y viajera.