Nueva Caledonia

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Poule de Hienghene
© Benedek / Stockphoto - La Poule de Hienghene, en Nueva Caledonia.

¡Rumbo al Pacífico Sur, a Nueva Caledonia! Playas de arena blanca, aguas cristalinas y una barrera de coral impresionante. Descubre su cultura, gastronomía y la biodiversidad única. Un destino perfecto para amantes de la naturaleza.

El corazón de su manglar se ha convertido en símbolo de una tierra a preservar. Y luego está su laguna única en pleno océano Pacífico -¡la mayor del mundo!- salpicada de playas increíbles. Tapizada por bosques, sabanas y desiertos de tierra roja, Nueva Caledonia tiene la belleza de los espacios vírgenes. Y el brillo de las tierras mestizas debido a la mezcla de culturas...

Lo que no debes perderte durante tu viaje a Nueva Caledonia

Un viaje a Nueva Caledonia comienza forzosamente por las islas, Grande Terre es una de ellas, y la mayor ya que suma cerca del 90% del territorio. Pero también se puede empezar por las islas Loyauté (Lealtad) al este.

Entre las cinco islas de este archipiélago, Lifou es la más extensa y variada, entre playas de arena, acantilados de coral gris y bosques tropicales donde crece la vainilla. En Ouvea, atolón que se alza sobre las aguas color turquesa, la playa con cocoteros extiende su arena blanca sobre cerca de 25 kilómetros. Lo que garantiza numerosos placeres acuáticos…

Al sur de Grande Terre se encuentra la isla de los Pinos y sus bahías que rivalizan en belleza. La más espectacular es la de Upi, a descubrir durante un paseo en piragua de banco móvil observando las tortugas y los delfines. Y al norte de la isla, hay que pedir un deseo en la cueva de Oumagne, también denominada cueva de la reina Hortensia en homenaje a la madre de Napoleón III.

En Grande Terre, primero hay que hacer escala en Nouméa. Es obligado visitar el Centro Cultural Tjibaou: a la vez centro de arte, museo, espacio para espectáculos y parque de ocho hectáreas, ofrece una inmersión instructiva en el arte, el patrimonio y la cultura kanaka. A continuación, hay que ver el Acuario de la laguna que presenta los organismos en su hábitat natural, incluyendo una colección de corales fosforescentes única en el mundo. Y para bucear, debes dirigirte al islote Amédée, a 40 minutos en barco. A 26 metros de profundidad, los restos de la patrullera “Dieppoise” forman un formidable arrecife artificial donde viven meros, caránguidos y alevines.

¡En el Grand Sur, la tierra de tonos rojizos es una llamada a practicar el turismo ecológico! Es el paraíso de los senderistas y de los aficionados a la bicicleta todoterreno o el kayak que pueden recorrer los magníficos paisajes del parque provincial de la Rivière Bleue: ¡9.000 hectáreas de naturaleza! Al oeste, también se puede subir al macizo Kapetai, para admirar desde las alturas el célebre corazón de Voh, un gran claro en medio del manglar.

En la bahía de Prony, recuperamos al azul de la laguna y el submarinismo. La aguja de Prony es un lugar único en el mundo con su enorme chimenea submarina que expulsa agua caliente desde fuentes subterráneas. Es también un buen lugar para observar las ballenas jorobadas que se reproducen cada año en la bahía.

Deporte y naturaleza en Nueva Caledonia

Nada en medio de los peces payaso y de las damiselas en la piscina natura de la bahía de Oro en la isla de los Pinos, recorrer la laguna en kitesurf, paddle o windsurf o caminar hasta Nimeck en Ouvea para contemplar el nacimiento de los tiburones limón en el criadero… Entre deporte y naturaleza, el santuario marino de Nueva Caledonia se presta a todas las experiencias. En tierra, se recorre el Gran Sur en bicicleta todoterreno. Y en el aire, puedes volar en ultraligero para descubrir el corazón de Voh como en la célebre fotografía.

Originalidad de la cocina de Nueva Caledonia

Un toque gastronómico francés y mucho mestizaje, esta es la receta de la cocina de Nueva Caledonia. Los tubérculos son la base, en particular el ñame (en buñuelo, sobre todo), pero también el taro (frito, entre otras cosas), la mandioca (frita) o la batata. Regados con leche de coco, aderezan el bougna, el plato tradicional kanako, un guiso de carne, de ave o de pescado cocido en hojas de plátano tropical.

En esta tierra de caza, el ciervo se come asado. Y al igual que en la cocina asiática, el cerdo se prepara dulce y el pollo se cubre con soyo (soja). El cangrejo de cocotero se cocina con leche de coco y la papaya verde en gratén. En cuanto a los dulces, te encantará la miel de niaouli, el po’e, pastel de mandioca con puré de plátano o calabaza y aromas de vainilla.

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