Bienvenido a una de las grandes rutas de bicicleta de Europa: la ViaRhôna conecta el lago Léman con el Mediterráneo, a lo largo de 815 kilómetros de ruta ciclista (por vía verde o carriles compartidos) a lo largo del río Ródano. France.fr te lleva a descubrir uno de sus tramos, que atraviesa Isère, Drôme y Ardèche. ¡Nos subimos a la bicicleta!
Vía verdes y caminos compartidos en la ViaRhôna
Los ciclistas experimentados la conocen bien esta ruta en bici: la ViaRhôna es uno de los grandes itinerarios ciclistas franceses y forma parte de las rutas ciclistas europeas (identificada como ruta número 17). Atraviesa tres regiones, doce departamentos, tres parques naturales regionales y tres ciudades clasificadas como Patrimonio Mundial de la UNESCO. Un verdadero concentrado de Francia, que se puede descubrir al manillar de una bicicleta de carretera o de una bicicleta con asistencia eléctrica, tranquilizadora para los principiantes, aunque las pendientes nunca superen el 3%.
Nuestra aventura comienza en Vienne, en Isère, a unos treinta kilómetros al sur de Lyon y pocos minutos en tren, en el corazón de los viñedos de Côtes du Rhône.
Vienne, el bello pasado
Situada a orillas del Ródano, la ciudad de Vienne en el Isère revela un rico patrimonio de 2.500 años de historia. Desde la antigüedad, "Vienna" fue uno de los grandes puertos comerciales del valle del Ródano. De esta fastuosa época, Vienne conserva verdaderos tesoros arquitectónicos. Hay que subir unos cuantos tramos de escaleras para descubrir su famoso teatro antiguo con 8.000 asientos, que acoge el festival anual Jazz à Vienne. Desde el escenario, uno se siente diminuto: ¡las gradas tienen 34 metros de altura! Vienne es una máquina del tiempo: atravesamos los siglos mientras paseamos por su calles empedradas. En una plaza, se encuentra el Templo de Augusto y Livia (construido en el 20 a.C.); un poco más allá, la majestuosa catedral de Saint-Maurice, construida en el siglo XII; allí, un antiguo claustro benedictino... Y al otro lado del Ródano, el yacimiento galo-romano de Saint-Romain-en-Gal. La visita no estaría completa sin dedicar tiempo a descubrir los vinos de las propiedades de los alrededores: Condrieu, Côte Rotie o Château-Grillet, ¡todos ellos grandes nombres! Luego sólo hay que cruzar el Ródano para seguir por la ruta en bici ViaRhôna.
En los viñedos en Tain-l’Hermitage
Es el momento de volverse a subirse a la bici y descubrir los placeres del cicloturismo. Iniciamos nuestro recorrido por la ruta en bici segura, con el frescor de la mañana y el sol iluminando nuestro trayecto. A nuestro alrededor se extienden campos de trigo, maíz y, sobre todo huertos. En cada bifurcación, las señales de ViaRhôna nos indican la dirección adecuada y los kilómetros de ruta que quedan del recorrido. Cuando ya nuestras piernas han entrado en calor, llegamos por la vía verde a nuestra siguiente parada: a un lado del río Ródano se encuentra la ciudad de Tournon, al otro, Tain-L'Hermitage. Aquí, nos maravillamos ante la imponente bodega de Tain, productora de nada menos que 5 millones de botellas al año. Después, tomamos un breve desvío hacia la Cité du Chocolat, un museo insólito concebido por el maestro chocolatero Valrhona, y luego concluimos la jornada con el momento más culminante: la ascensión a la colina del Hermitage para contemplar la vista de los viñedos circundantes. Rodeados de viñedos en terrazas, podremos admirar el Ródano serpenteando a nuestros pies, más majestuoso que nunca.
En plena naturaleza a lo largo del Ródano
Al día siguiente, a la hora de volver a subirse al sillín, una pequeña mueca se nos escapa, evocando los 50 kilómetros hechos el día anterior por esta ruta. Pero sólo son necesarias tres pedaladas para redescubrir el inmenso placer de ir en bicicleta. En el Ródano, las mañanas de otoño son mágicas: los bosques emergen de la niebla que surge del río. El ciclovía se encuentra en plena naturaleza. Durante el recorrido atravesamos paisajes de bosques y pantanos, siempre con el Ródano como compañero. Gracias a la facilidad que ofrece la bicicleta eléctrica, la mente se encuentra completamente receptiva para soñar continuamente, arrullada por el sonido de las llantas sobre el asfalto. Ideal para liberar completamente la mente. En este lado, las orillas del Ródano son salvajes, y a veces se cruza el río por una gran presa hidráulica: ¡cuidado con el vértigo! Tras una curva, los ciclistas se detienen: allí, cerca, sobre un poste, hay una gran garza real que observa el río.
Escapada urbana en Valence
¡Llegamos a Valence! Aquí hay "vélo box" (caja para bicicletas) donde puedes dejar tu bici y tus cosas para visitar la ciudad tranquilamente. Desde la gran explanada del Campo de Marte, frente al quiosco Peynet, se pueden admirar las montañas de Ardèche que se alzan al otro lado del Ródano. Si miramos hacia el este, es el Vercors el que revela sus crestas. A continuación, nos tomamos el tiempo para descubrir la ciudad. Es muy agradable pasear por aquí, porque toda una parte del centro de la ciudad es peatonal. Los sábados, un gran mercado anima la plaza de los Clérigos. Nos sentamos en una terraza para saborear los productos locales, una ensalada de ravioles y Bleu du Vercors. Valence es, sin duda, una ciudad del Sur, donde uno se toma el tiempo de vivir. Para una noche, pensaremos en consultar la programación del LUX o de la Comédie de Valence, dos escenarios nacionales. ¿Y por qué no reservar una cena en la Maison Pic? Pero cuidado, con tres estrellas Michelin, hay que reservar con antelación.
Descubriendo Viviers
Después de kilómetros de ruta, abandonamos la Drôme para dirigirnos a la Ardèche pedaleando por la vertiginosa pasarela himaliana de Rochemaure. Un poco más lejos, la llegada en bicicleta a Viviers es inolvidable. El tiempo otoñal es caprichoso esta mañana, y la lluvia acecha. Pedaleamos por una ciclovía, en plena naturaleza, escuchando a los pájaros. En la curva del camino, aparece Viviers. Al otro lado del Ródano, tras una pasarela de hierro rojo, descubrimos el pueblo que domina el río. Sus hermosas casas se apiñan alrededor de la Catedral de Saint-Vincent, la más pequeña de Francia con actividad. Los más valientes llegarán a ella en bicicleta (¡cuidado, gran subida!), para descubrir el centro histórico de esta ciudad de Ardèche. Si puedes, tienes que empujar la puerta de la Maison des Chevaliers, una edificación de la Edad Media que sus valientes habitantes intentan restaurar. Desde la ciudad alta, se pueden contemplar los sublimes tejados de la ciudad baja. A pocos kilómetros en bicicleta, la ciudad de Bourg-Saint-Andéol marca el final de nuestro viaje: en esta ciudad no hay que perderse el Palacio Episcopal (se puede visitar con reserva), una residencia del siglo XIII magníficamente restaurada.
Consejos y Recomendaciones
Para los principiantes, cuenta 17 km/h en una bicicleta eléctrica; Prever una funda de sillín para aumentar la comodidad del asiento durante el viaje en bicicleta; La mayor parte de los itinerarios de ViaRhôna son pistas verdes seguras, separadas de la calzada y dedicadas exclusivamente a la movilidad suave, pero algunos tramos deben compartir la carretera con los coches: los ciclistas principiantes deben comprobar su itinerario con suficiente antelación; A lo largo de la ViaRhôna, los alojamientos llevan la etiqueta "accueil vélo" (acogida bicicletas). A menudo a módicos precios, ofrecen todo el equipamiento necesario para los ciclistas y se encuentran a menos de 5 km de la ViaRhôna; La ruta está jalonada con áreas de recepción dedicadas a las bicicletas, que a veces incluyen un "vélo box", donde a menudo tiene para inflar las ruedas, y la mayoría de las veces un lugar para recargar las baterías de la bicicleta eléctrica.
Por Caroline Revol-Maurel
Periodista apasionada de la naturaleza salvaje, de los viajes y del rock, escribo igualmente sobre los quebrantahuesos que sobre Lou Reed. A menudo voy acompañada por dos niñas pequeñas con un agudo sentido crítico.
