Grandeza y decadencia, hazañas arquitectónicas, historias de amor y de la corte, secretos de alcoba… ¡Los Castillos del Loira son más emocionantes que los cuentos de las Mil y una noches! ¿Tienes 5 minutos libres?
¿Por dónde empezar?
Es poco probable que te dé tiempo a visitar todos los castillos del Loira, porque son más de 300. ¿Si tuviéramos quedarnos con solo con tres? Chambord, Chenonceau y Blois. ¡Sin duda alguna!
1.800 obreros para un pabellón de caza
En un principio, el Castillo de Chambord solo iba a ser un pabellón —de gran lujo, eso sí— para que el rey Francisco I pudiese dejar impresionados a los embajadores y soberanos que acudiesen en visita oficial. En total, se movilizaron a 1.800 obreros para construir esta obra monumental, entre 1519 y 1547. Toda una demostración de delirio de grandeza.
Da Vinci en Chambord
Solo alguien maquiavélico o particularmente brillante podría haberse imaginado la mítica escalera de doble hélice del Castillo de Chambord. No es de extrañar que detrás de tal hazaña estuviese Leonardo da Vinci. La ilusión es perfecta: de frente, parece que solo hay una rampa, cuando en realidad son dos tornillos que giran uno encima del otro sin cruzarse nunca. Abstenerse los sufren vértigo.
Contrabandista de Chenonceau
Durante la Segunda Guerra Mundial, una parte del Castillo de Chenonceau se encontraba en una zona libre y la otra en una zona ocupada. La línea de separación atravesaba la gran galería y muchos franceses podían cruzar al otro lado. ¡Una evasión real en toda regla!
Tintín en Cheverny
En Cheverny, el dibujante Hergé encontró la inspiración para su historieta El tesoro de Rackham el Rojo, donde el capitán Haddock hereda el castillo del Molino. Para seguir los pasos del capitán y de sus compañeros: Tintín, Hernández y Fernández, sin olvidarnos del fiel Milú, nada mejor como revivir sus aventuras in situ gracias a la exposición permanente del castillo.
¡Una panadería bajo el castillo!
Los hay que saben ocultar sus intenciones… Desde fuera, parece un castillo de lo más normal, pero Brézé se asienta sobre una verdadera fortaleza subterránea. A 18 metros de profundidad transcurren kilómetros de galerías escarbadas en la piedra franca. Una red de defensa insospechada en caso de ataque, aunque también se encontraban allí los panaderos del castillo, donde habían instalado sus amasaderos.
El Castillo de las Damas
Los planos de Chenonceau se leen como una novela romántica. Todas las mujeres que vivieron aquí —oficiales o amantes— han dejado su huella en el «Castillo de las Damas». Construido por iniciativa de Catherine Briçonnet, se lo regaló después Enrique II de Francia a su amante favorita, Diana de Poitiers, que ha dado nombre a unos de los jardines. Cuando el rey falleció, su esposa Catalina de Médicis expulsó a su rival y ordenó la construcción de la impresionante galería que pasa por encima del río Cher.
La Bella del Castillo de Ussé
Un castillo rodeado por un magnífico jardín, un príncipe apuesto que llega a lomos de su caballo blanco… Érase una vez Ussé, el castillo de la bella durmiente, donde vivieron felices y comieron perdices.
Sugerencias adicionales
- Libro: La novela de los castillos del Loira, de Juliette Benzoni. Un historia real en cada castillo.
- Tren: Interloire. En verano, aquellas personas que decidan recorrer los 800 km de carril bici del Loira pueden llevar gratuitamente la bicicleta desde Orleans a Croisic para llegar a la siguiente etapa o regresar al punto de partida.
- Exposición permanente: «Los secretos de Moulinsart», en el castillo de Cheverny, organizada en colaboración con la Fundación Hergé.
Por Lisa Azorin
Periodista-redactora.