3 buenas razones para visitar el Memorial del Armisticio de las guerras mundiales

Estamos a 11 de noviembre de 1918, son las 5 y cuarto de la mañana. Amanece en la Clairière de Rethondes, donde reina una inmensa calma. En un vagón de tren, los dirigentes de los países implicados en la Primera Guerra Mundial se preparan para poner fin a 4 años de combates. Este ambiente tan especial se recrea en el memorial, donde podrás visitar una réplica del vagón más famoso de la historia. Mobiliario original, tinteros, lámparas de escritorio, un teléfono de campaña... todos los detalles están ahí para sumergirte en el corazón de este momento histórico.

Fue también en el claro de Rethondes donde se selló la rendición de Francia en 1940. Tras la firma, el claro fue destruido por orden de Hitler. Los monumentos conmemorativos de la Gran Guerra y el vagón de tren del armisticio fueron trasladados a Alemania, donde este último fue destruido en un incendio. No fue hasta el final de la Segunda Guerra Mundial cuando los monumentos volvieron al claro. El itinerario del memorial, dividido en diez secciones desde 1914 hasta el periodo posterior a 1944, traslada a los visitantes de una guerra a otra, permitiéndoles establecer el vínculo entre los dos armisticios.

Tras visitar la reconstrucción del vagón de tren, nos dirigimos a la Clairière de l'Armistice, donde podremos disfrutar de la paz y la solemnidad de este lugar histórico. Varios monumentos salpican el lugar, entre ellos la Alianza de la Paz, un anillo de 3,5 m de alto y 50 cm de ancho en el que está inscrita la palabra "Paz" en unos cincuenta idiomas. También se ha creado un Jardín de la Memoria para conmemorar conflictos más recientes. Lleva el nombre del último soldado muerto en la Gran Guerra, Augustin Trébuchon.